Luis Alberto Romero Hernández, 16 de marzo de 1970, graduado en Bellas Artes. Romerillo, un artista 'made in Soria'.
Pregunta: ¿Qué es lo último que hace antes de acostarse?
Respuesta: Ver una película en el sofá. Elegimos mi pareja y yo alguna que echen en la tele, nos sirve para desconectar del día y es de los momentos más bonitos; una película y a dormir.
P: Cuando tiene una tarde libre, ¿a qué le gusta dedicarla?
R: Mi hobby es pintar, coincide con mi trabajo. Pero cuando tengo alguna tarde libre me gusta ir a una finca que tenemos, conectar con la naturaleza, coger flores, hacer fotos…
P: ¿Libro o película?
R: Película, leo ensayos o libros técnicos de arte pero literatura no tengo tiempo.
P: Recomiéndeme una película
R: Lady Halcón es mi favorita. Es una pareja que tiene una maldición, durante el día él es ser humano y ella halcón, y durante la noche ella es mujer y él es lobo, entonces solo coinciden cuando hay un eclipse. Está ambientada en la Edad Media con una banda sonora de Alan Parsons preciosa.
P: ¿Qué música pone cuando se ducha?
R: No la pongo, canto yo; lo mismo Bunbury que Silvio Rodríguez. Me gusta cantar en español, de Serrat, Sabina, Pablo Milanés...
P: ¿Cuál es su palabra favorita?
R: Arte.
P: Si pudiera viajar en el tiempo, iría al pasado o al futuro.
R: Al pasado. No me gusta nada hacia donde vamos en esta civilización. No me gusta nada la modernidad. Por mi visión romántica me iría al siglo XIX para conocer algún pintor romántico de aquella época.
P: ¿Cómo era de pequeño?
R: Muy buen estudiante. Me acuerdo que salía siempre a dibujar a la pizarra. Familiarmente muy bien, pero los Escolapios me han marcado negativamente, aún tengo alguna pesadilla y todo. En aquella época los padres consideraban que eran mejor los colegios privados, yo les agradezco la educación, que fue buena, pero eran muy bestias. Yo he visto a curas pegar palizas a niños, era muy fuerte. Eso me marcó.
P: ¿Era muy fiestero?
R: En los 80 teníamos una pandillita de amigos muy sanos, que igual íbamos al campo, a hacer la ruta de las limonadas en Semana Santa, o a intentar ligar los sábados. Pero no abusábamos de nada, era una fiesta sana de pandilla íntima.
P: ¿Quién ha influido más en su forma de ser?
R: Genéticamente mis padres. Está estudiado que la forma de ser es mucho más genética que educacional. No somos tan libres como parece.
P: ¿Cuál fue la mayor lección que le enseñaron sus padres?
R: La seriedad y la rectitud. Mi padre me decía “tu donde vayas di que eres Romerillo”. Eso lo llevo con orgullo.
P: ¿Y qué no le enseñó nadie y tuvo que aprenderlo a base de palos?
R: Que la vida es muy dura y muy injusta. No es como uno pensaba que era de joven. Yo no pensaba nunca divorciarme y me he divorciado dos veces. Tuve el palo de la separación con dos hijos y, por puro machismo, el juez dio la custodia a la madre. Eso me fastidió mucho, que me desprendieran del contacto con mis hijos. Fue una pena, a partir de esa decisión, por mucho que luche…, con mi hija casi no tengo relación…, es una pena.
P: Dígame algo que no soporta.
R: Creo que he aprendido a tolerar un poco todo. Nada humano me es ajeno, ¿no? Al final todos los problemas y los vicios humanos le pueden tocar a cualquiera. Hay que aceptar que somos animales, por mucho que queramos hacer todo tan correcto, seguimos siendo primates un pelín evolucionados y, en ocasiones, se nos va la mano por cualquier lado.
P: En qué rincón de la provincia le gusta perderse.
R: Me gusta el ambiente austero del sur de la provincia, los páramos.
P: Dígame un lugar del mundo que le haya impresionado
R: Cuba. La primera vez que estuve iba invitado como artista, y he vuelto muchas veces. Me impactó la filosofía de vida, el arte, la cultura, las gentes de allí.
P: Y algún viaje que tenga pendiente...
R: Muchos. Por mí viajaría mucho, pero no puedo ni por tiempo ni por dinero. Pero al próximo sitio que quiero ir es al África Subsahariana.