Desde el mes de noviembre, el sargento de la Guardia Civil Francisco Castillo Abeijón se encuentra en la base Miguel de Cervantes de Majaryún (El Líbano), participando en la Operación Libre Hidalgo 28 de la ONU. Volverá a casa, a San Esteban de Gormaz, a finales de mayo y con él se traerá la maleta llena de experiencias.
Desde el pasado noviembre la provincia de Soria está presente en la misión especial de la ONU en El Líbano. Esto es posible gracias al trabajo del sargento del cuartel de San Esteban de Gormaz, Francisco Castillo Abeijón. Él partió el pasado 12 de noviembre de Madrid con destino a la base Miguel de Cervantes de Majaryún, en EL Líbano, para participar en la Operación Libre Hidalgo 28 de la ONU por un periodo de seis meses. Regresará a finales de mayo y, ahora que esta experiencia internacional está llegando a su fin, es el mejor momento para hacer balance de ella.
Como siempre, lo mejor es comenzar por el principio. Desde que Francisco Castillo llegó al mundo parecía que el destino había grabado en su piel el color verde, tan representativo del cuerpo de la Guardia Civil. “Por parte paterna pertenezco a la cuarta generación de guardias civiles, y cuando era pequeño y veía a mi padre salir a trabajar yo también cogía una gorra, una carpeta y le daba un beso a mi madre diciéndole que me iba de servicio”, bromea el sargento. Con el paso de los años ese niño pasó de soñar despierto, a convertir esas ilusiones en realidad. A los 19 años comenzó la formación en Baeza y, una vez superado el periodo de prácticas en Pontevedra, pidió destino en Bilbao.
En el año 2002 se especializó en Tráfico y le destinaron de motorista al destacamento de El Burgo de Osma. Fue entonces cuando comenzó la relación de Castillo con Soria, una relación que fue estrechándose. Tanto, que fue precisamente aquí donde aparecería el factor que le vincularía para siempre a esta tierra, su mujer. “Ella fue el detonante de que mi carrera profesional y personal se vinculase a la zona de San Esteban de Gormaz. Aquí llegué en el año 2006 como cabo, y desde el año 2008 ejerzo como Sargento Comandante de puesto”, añade.
Cuando Francisco se define, uno entiende a la perfección por qué desempeña su labor de manera temporal en El Líbano: “quién me conoce sabe que soy de esas personas que piensan en qué pueden aportar al mundo, y no en lo que el mundo les puede aportar a ellas”. Y precisamente por este rasgo que predomina en su carácter, “desde que me hice profesional pedía todas las misiones que se le encomendaban a la Guardia Civil tanto de carácter OTAN como ONU. Desde el conflicto de la antigua Yugoslavia, Kosovo, Irak, Afganistán..., como la actual en El Líbano”.
Hace cinco meses, cuando se materializaba esta misión internacional, dos sentimientos pugnaron en su interior. “Por un lado me siento afortunado y por otro recompensado. El contingente español actual está formado por unos 600 militares de la Brigada Extremadura de Badajoz y por 12 guardias guardias civiles. ¡12 de una plantilla de unos 75.000! Y yo soy uno de esos 12. Pero por otro; también me siento recompensado, ya que para llegar aquí he tenido que formarme continuamente: hacer cursos, alcanzar el nivel del idioma, estar a la altura físicamente..., y así durante más de 12 años”.
Recompensa al esfuerzo, que se ve ahora multiplicada por varios dígitos a pesar de la peligrosidad. Él prefiere no mencionar la palabra miedo, “no puedes estar pensando en él, sabes que existe la posibilidad de que algo pase, pues nuestra presencia aquí se debe a un motivo. No debemos olvidar que entre El Líbano e Israel no existe un acuerdo de paz, sino un cese de hostilidades, pero tenemos que sobrellevarlo con la preparación y la profesionalidad de la gente desplegada”. Pero también reconoce que se han vivido momentos de tensión, “hay hechos puntuales. Hace unos meses derribaron un avión de Israel y este respondió lanzando misiles que cayeron a tres kilómetros de nuestra base. Puedes pensar que podrían haberte matado, pero también a ti te puede caer un árbol encima”.
El Líbano tiene una extensión de 10.450 kilómetros cuadrados y unos cinco millones de habitantes. Soria tiene similar extensión y 90.000 habitantes. Otro dato que ayuda a la comparación es la densidad de población, en El Líbano es de 400 habitantes por kilómetro cuadrado, la de Soria es de 9 por kilómetro cuadrado.
Momentos de gran tensión que, sin duda para el sargento Castillo, se ven compensados por el crecimiento personal. “Me llevo de esta experiencia el trabajo en equipo con militares de varias nacionalidades, y conocer diferentes culturas y las personas pero, sobre todo, esta vivencia me ha permitido cambiar la perspectiva y darle forma a mis prioridades”.
Con la meta tan cerca, en aproximadamente un mes volverá a San Esteban de Gormaz. Se hace inevitable estremecerse al pensar en lo que recuperará al regresar a casa. “Aunque el tiempo aquí se me ha hecho muy llevadero porque nuestra actividad es frenética, necesito el contacto con mi mujer y mis tres hijos. Cuando vine dejé al pequeño con tan sólo 6 meses, y me preocupa que ya no se acuerde de mi”.
Además, Castillo añade que “tengo ganas de regresar a mi pueblo. En San Esteban me respetan profesional y personalmente, y tengo mucho que devolver a la zona. Por eso, aunque tengo posibilidad de volver a viajar, lo descarto por el momento”.