Aunque la lluvia y el frío hacen acto de presencia, cerca de un centenar de hombres da cuenta de esta tradición en la pedanía sanestebeña.
Pese a que el pronóstico del tiempo auguraba lluvia y acertaba, vecinos de Quintanilla de Tres Barrios y también oriundos que viven en otros lugares han salido este sábado en la tradicional procesión, portando imágenes e insignias durante el trayecto por etapas. Como se sabe, el trayecto va del casco urbano de la pedanía sanestebeña hasta una milenaria atalaya árabe, dentro del término de esta población del este provincial.
Aunque la lluvia hizo acto de presencia durante unos minutos, no ha consiguido deslucir el ambiente. Tampoco la baja temperatura reinante ha hecho mella en el recorrido hasta lo alto del cerro, donde siempre tiene lugar el almuerzo.
La tradición sigue los mismos parámetros que ya de antiguo se han venido conservando. Virgen e insignias se trasladan en un trayecto desde la iglesia hasta la ermita de Nuestra Señora de la Piedra, patrona de la localidad. Aquí tiene lugar una ceremonia religiosa, con eucaristía y canto de la Salve. Al finalizar, las mujeres regresan al pueblo y los varones enfilan el recorrido hasta llegar al punto de destino, la atalaya. En el trayecto, devoción y canto de la letanía, insignias erguidas y volteo de campanas. Un trecho de esparcimiento y vuelta a retomar el tono emotivo procesional que acaba una vez cumplida la jornada.
Los preparativos para almuerzo suponen siempre el encuentro entre gentes conocidas y otras muchas que se suman a la tradición, cercanas este año al centenar. Después de reponer fuerzas, se iniciaba el regreso, que se mantiene los mismos cánones que en la ida.