Una docena de jubilados del centro de tercera edad relata la vida de este hombre que recibe con agrado el homenaje.
Con unas facultades mentales “envidiables” y también con un buen grado físico (salvo un tanto la audición), Juan Morón Lapeña recibía el homenaje de los moradores de la residencia Fuente del Rey, perteneciente al Grupo Latorre. Un acto que conmemoraba en familia los cien años que cumplía este hombre, nacido en Viana de Duero el 6 de mayo de 1918.
Una docena de residentes del centro, -entre los que también se contaba alguna ‘quinta’del centenario-, han relatado la vida de este hombre, que quedó huérfano con solo 10 años y al que le tocó trabajar como pastor ya con solo siete años. Y al que le tocó luchar en la Guerra Civil con 18 años, y vivir durante siete años en filas tanto el conflicto como las consecuencias en las que derivó.
Volvió a su vida, al campo y al ganado y recuperó la felicidad , “la gloria” con su mujer, Amparo, fallecida hace 30 años y con la que tuvo tres hijos (Jesús, Julia Pilar y Enrique). Ellos han estado a su lado hasta 2017 año en que decidió vivir en la residencia Fuente del Rey.
En lo que es un “soberbio ejemplo de vida” para sus familiares y descendencia, Juan sigue haciendo gala de su buen humor, de su humanidad y de su trato afable, como así ha quedado patente en la tarde festiva vivida en el centro residencial.
Su estado de salud es admirable, y lo achaca a la única vez que enfermó, y que fue remediada por una receta muy peculiar por parte del médico: “Una copita de coñac después de comer, pero solo una”. Algo que ha tomado al pie de la letra desde entonces.
Este lunes, una buena parte de su familia y empleados y residentes no han querido faltar a corresponder al afecto que inspira este hombre, ejemplo de templanza, buen humor y de superación ante las adversidades.