La opinión de Carlos Lafuente, empleado público y contertulio, en Soria Noticias.
Saturado por los programas sobre el fin de ETA, cansado de falsos notarios que certifican su fin, cuando eso ocurrió hace ya bastantes años, reflexiono sobre los que se han quedado en el camino y sus allegados y, de corazón, me uno a su duelo. Entiendo a los que perdonan, y a los que no. A los que quieren olvidar, y a los que hacen un esfuerzo para no hacerlo. Y a nadie le deseo que vuelva a pasar por lo que han pasado ellos. Un abrazo a todos.
Los asesinos y miembros de la banda criminal ETA tendrán que pagar sus crímenes en la cárcel o en el exilio. Así es la vida: el que la hace la paga.
O debería serlo, porque me acuerdo yo ahora de todos los que no fueron víctimas de ETA, no temían serlo. ¿Qué pasa con esos?
¿A cuántos obispos secuestraron o mataron? ¿A cuántos curas? ¿Fueron alguna vez objetivo los del PNV, o Bildu? Los periodistas de la Ser tenían que “camuflar” sus unidades móviles. ¿Harían lo mismo los de la prensa amarilla abertzale?
Esperaba ver en el anuncio de la disolución de ETA a esos mosens que detrás de sus sotanas escondían a los etarras en sus conventos e iglesias. Pero no pueden ir porque están muy ocupados en la campaña de Renta para que la gente ponga la cruz.
¡Qué triste! ETA se acabó hace mucho y después de 7 años lo anuncian para explicarnos que todo ese dolor no sirvió de nada a los intereses del pueblo vasco. Espero que la sociedad haga justicia con todos los que, sin armas, apoyaron y crearon ese monstruo. Nosotros tampoco tenemos prisa. ¿o no?