El inmenso poder de la decepción

Pocas cosas hay en esta vida que cambien tanto nuestra forma de entender los acontecimientos, como las expectativas que tenemos puestas en los mismos. Y si no que se lo pregunten al Club Deportivo Numancia, que después de una magnifica temporada deambula por el peligroso filo de la decepción más absoluta tras un horripilante final de temporada.

Muchos años llevamos exigiendo al Numancia lo que nos ha dado este año: ilusión. Una temporada en la que poder creer en cosas importantes, en las que poder mirar de tú a tú a los más grandes de la categoría, y en la que llegar a las últimas jornadas con opciones reales de pelear los playoffs. Eso lo ha cumplido con creces el Numancia este año. Una campaña en la que los aficionados sorianos hemos visto buen fútbol, Los Pajaritos se han vuelto a convertir en un fortín que ha estado jalonada por grandes noches de Copa.

Pero hete aquí que en el fútbol solo importan los resultados, y más en concreto el último resultado. Y tiene la parroquia rojilla la sensación de que el Numancia ha tirado por la borda una gran campaña, desperdiciando una amplia ventaja y dejando en el limbo algo que tras la victoria ante el Oviedo se veía como algo seguro: jugar los playoffs.

Los de Arrasate aún podrían llevarse el premio en la última jornada. Los números dicen que es posible, pero las sensaciones que se transmiten en el verde son justo las contrarias. Un equipo desquiciado, superado por la mala racha en el peor momento de la temporada, sin frescura en las piernas y sin soluciones en el banquillo (más allá del encomiable final de temporada de Higinio).

Con todo, queda una última bala en la recámara pese a la mala racha, lo que da idea de la gran campaña que estaba haciendo el Numancia. Pasa por volver a ganar un mes después y rezar para que se alineen los astros. La esencia del deporte radica en su capacidad de dar sorpresas, y en la división de plata más todavía.