Artículo de opinión de Carlos Lafuente, empleado público y contertulio, en Soria Noticias.
A mi amiga Puri le han regalado un mono para que le haga compañía. Ya lo llevó al veterinario para despiojarlo, y ponerle unos collares contra garrapatas y otros bichos que los animales tienen.
Y tan contenta con él, pues se lo lleva al pantano. Como no hay ningún cartel que lo prohíba, pues el mono se baña libremente entre los bañistas. Ya se que huele un poco mal cuando se moja, y que si le entra el apretujón ‘evacúa’ el pobre donde puede. ¡Pero es tan majo y le hace tanta compañía!
Estuvo por la Costa Dorada y allí no te dejan llevar monos sueltos, y por supuesto, no pueden bañarse en la playa mientras están las ‘personas humanas’ disfrutando. ¡Que aguafiestas son!
Y es que cualquiera entiende que cuando te gusta la naturaleza y los paisajes tipo Playa Pita, pues viste mucho ir con un mono que sueltas por allí. Como eso no es de nadie, pues ancha es Castilla.
Un día un señor vino a quejarse que el mono le molestaba correteando encima de su toalla, sacudiéndose al salir del agua cerca de él y asustando a sus niños.
Jo, qué mal carácter y que poco comprensivo. Algunos confunden su paz con el libertinaje. Claro, si tuviera un perro en vez de un mono no pasaría nada. Esos no molestan ni hacen esas monadas. Esta historia es totalmente inventada: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. ¿o no?