Todos los años por estas fechas se repite la misma imagen en el yacimiento. Jóvenes estudiantes de variados rincones de España se hacen dueños del cerro de la Muela. Armados con pico y pala, de la tierra extraen vestigios de épocas pasadas y también se llevan experiencia y un currículum enriquecido.
Si se extravía el calendario o se rompe el televisor existe un acontecimiento que se encargaría de anunciar a los sorianos que el verano se ha instalado definitivamente en la provincia, la campaña de excavaciones en el yacimiento de Numancia. Desde hace unos 25 años, por lo que ya supone mucho más que una tradición, grupos de jóvenes cambian unas vacaciones normales por trabajar de forma voluntaria (sin percibir remuneración alguna) en la búsqueda de un pasado del que todavía queda mucho por conocer.
Son estudiantes cuya edad media ronda los 20 años y se reparten entre la segunda quincena de julio y la primera de septiembre, para integrarse en el equipo arqueológico e investigador que dirige el catedrático Alfredo Jimeno. Él explica que durante estos días el objetivo es que “conozcan mejor que nadie la manzana XXIV del yacimiento y nos ayuden a seguir indagando en los restos de la ciudad celtibérica de la época romana, después del 133 antes de Cristo. El año pasado se halló un gran almacén con materiales domésticos y ellos serán los encargados de devolverlos a la luz”.
En total, superan la treintena de participantes y para todos esta experiencia supone un premio que llega con el final de curso. Rubén Alonso, estudiante de Historia en Ciudad Real explica que “fue un profesor el que nos comentó a los que teníamos las mejores notas en la asignatura de Historia Antigua, que existían estas becas para trabajar en distintos yacimientos de España. Yo escogí Numancia. Es mi primera excavación y, aunque al principio estaba un poco perdido me doy cuenta de todo lo que estamos aprendiendo”. Es la práctica que redondea todo el aprendizaje teórico en el aula. “Durante la carrera estudias mucho pero realmente no sabes nada del trabajo”, sintetiza Rubén, para añadir que “aquí ves cómo se hacen las cosas, te toca agacharte y sacar tierra que no es tan fácil como parece”.
Compañero de equipo es Juan Mencía, estudiante de Arqueología en la Universidad Complutense. Apasionado de la Edad del Hierro y natural de Aranda de Duero, repite en Soria porque “quería ver cómo continuaban los trabajos que comenzamos el año pasado”, porque “el año pasado sólo sacábamos tierra (sonríe haciendo memoria) y estoy seguro de que hay muchas cosas interesantes que nos están esperando”.
El trabajo práctico, la oportunidad de integrarse en un equipo profesional es, en el campo de la arqueología, quizás más complicado que en otras áreas de conocimiento. Juan, aunque muy joven, ya es consciente de las pocas oportunidades laborales que existen en España para los arqueólogos, “sólo hay trabajo para los cuatro mejores del país”, resume de forma realista pero decidido a “intentarlo”. Además, apunta que “el voluntariado es importante, nos hace mucha falta la experiencia y con cada excavación se enriquece el curriculum”.
Coincide en esto Carlota Sauras, de 21 años, “la Universidad sólo te aporta las prácticas en laboratorio pero necesitas bajar al suelo para aprender desde abajo”. Ella es el ejemplo de cómo se pueden ir dando pasos hacia la profesionalización. Participa en las excavaciones con un papel diferente al de sus compañeros. Después de varios veranos recorriéndose España de yacimiento en yacimiento (con visita a Soria incluida), este 2018 ejerce como técnico en Numancia, lo que se traduce en un aumento de responsabilidad: “organizamos los equipos y repartimos las funciones, eso sí, siempre bajo las órdenes de Antonio Chain que es el que sabe”.
Carlota repite en Soria porque “es el periodo que más me interesa, me encanta la protohistoria y la parte celtíbera de esta, y este yacimiento aporta muchas cosas que no encuentras en otro lugar. Es donde mejor me han enseñado a picar y palear, te enseñan y no sientes que eres simplemente mano de obra”.
Se refieren los estudiantes de este equipo de trabajo a la mano de obra y aquí revive el, siempre de actualidad, debate sobre las prácticas no remuneradas. Se defiende su necesidad para la completa formación del futuro profesional, pero la discusión es si estas realmente sirven a su objetivo de aprendizaje, o si se acaba aprovechando la situación para ahorrar en sueldos.
Carlota es cristalina al respecto. “Cobrando hoy en día es muy difícil trabajar en España. Se tira mucho de voluntarios y es verdad que se pueden aprovechar de ello. Yo no sé hasta que punto puedo estar trabajando gratis, me lo pregunto muchas veces, pero no he llegado a una conclusión. Para mí es importante estar aquí, y si quieres seguir estudiando o hacer una tesis es lo que hay”.
El secretario territorial de la Junta, Rafael Medina, se refería a este programa durante la presentación de las excavaciones: “Promueve que los jóvenes, de forma voluntaria y desinteresada, participen en un proyecto de voluntariado en favor de la colectividad, al mismo tiempo que disfrutan también de otras actividades complementarias de animación sociocultural”. Alfredo Jimeno, director de las excavaciones, aclara que “ninguno de estos jóvenes está ocupando el puesto de un profesional de la arqueología, les queda mucho recorrido y experiencia para que se pudiese debatir el asunto. Es cierto que para Numancia son esenciales, pero el yacimiento les aporta muchísimo y ellos lo saben, y por eso muchos repiten año tras año”.
A partir del año 1994, con el Plan Director, todos los trabajos en el yacimiento de Numancia fueron encauzados por la Junta de Castilla y León. Se puso al frente a Alfredo Jimeno y, desde entonces, ha encabezado las campañas anuales de excavaciones. 18.000 euros sirven para pagar los trabajos del equipo de 15 personas. En la primera quincena de agosto se incorporará un equipo constituido por 20 arqueólogos formados en la Universidad Complutense de Madrid, y en otros centros universitarios del país y de fuera de España. Desde 1998 acompaña a Jimeno el arqueólogo Antonio Chain, que destaca que “Numancia es el yacimiento que más se ha excavado de la época celtibérica en España, y también es el que más conocimiento ha aportado. Además, cerramos el círculo porque luego lo devolvemos a la sociedad en las visitas guiadas”.
La evolución sobre el terreno es más que evidente, y los resultados de casi 25 años de trabajo están fuera de toda duda, pero la pregunta gira a lo que está por venir. “Los primeros arqueólogos se hacían unas preguntas y ahora nos hacemos otras. Lo único que no está permitido es excavar por excavar. En otros yacimientos no te niego que eso no suceda, pero en Numancia no. No se trata de sacar tierra sin ningún sentido, hay que saber lo que se está buscando para poder interpretarlo”, explica con seriedad Antonio Chain, que aprovecha para aclarar que “no sabemos los años que el yacimiento tiene por delante pero aún hay mucho por descubrir de los celtíberos. Acaba avanzando hacia dónde se dirigen las investigaciones del futuro, “la sociedad demanda conocer el papel femenino y nuestra función es darle mayor visibilidad a la mujer celtíbera”.