Y ganó Pablo

Llegó, habló, convenció, ilusionó y ganó. Del congreso nacional del Partido Popular no solo ha nacido un presidente, del congreso nacional ha surgido un líder. El discurso de Pablo Casado encandiló al más escéptico (bueno, casi) y transmitió cercanía, humildad, ideología y sobre todo, ilusión. En frente Soraya Sáenz, con un discurso que ponía en valor su hoja de servicios, impecable, dicho sea de paso, pero que se fundamenta en el pasado, transmitiendo como su gran valor el continuismo, más de lo mismo para el futuro, cuando la evidencia de los tres millones de votos perdidos en los últimos tiempos, hace absolutamente necesario un golpe de timón.

Con las duras y necesarias políticas acometidas y la corrupción pasando la más cara de las facturas, a Soraya le sobró gestión y le faltó autocrítica y, sobre todo, ideología. El discurso de Pablo Casado se fundamentó justamente en eso, en devolver el orgullo perdido a los militantes, habló de rearme ideológico y lo explicó, trazó líneas marco donde los votantes de derechas se puedan sentir identificados, prometió renovación sin renunciar a la necesaria integración y sobre todo, encandiló devolviendo la ilusión perdida. Hizo gala de una generosidad convincente, “no preguntéis a vuestros compañeros a quién han votado” y pidió unidad, trabajo y compañerismo para acometer los retos que España demanda. Soraya, inmejorable gestora. Pablo, inmejorable líder. Los militantes, votantes y simpatizantes del Partido Popular sabrán sin duda, una vez pasada la contienda, arrimar el hombro todos a una, porque, según palabras de Pablo Casado, “España, nos necesita”.