Castilla

Me doy prisa en recoger detalles vividos de un viaje pequeño por La Bureba y Las Merindades.

Burgos ejerce una atracción fascinante. El cartel 'Burgos cabeza de Castilla' a la salida de San Leonardo da una pista advertida por Azorín. Dejo atrás el pueblo de José Rojo Martín ‘Pacheta’, el límite de velocidad traicionero de la A-1 antes de poner rumbo a Vivar del Cid, Poza de la Sal, Merindad de Castilla la Vieja.

Luego, rodeado de los verdes de julio avisador, tuve un capricho: Oña. Descubrí símbolos del Camino de Santiago y contento visité el Monasterio Benedictino del siglo XI monumental, tesoro del conde Sancho García quien “guerreando o pactando contra Almanzor, se propuso recuperar Clunia, San Esteban de Gormaz, Osma, Berlanga de Duero, Soria, Almenar, y casó a sus hijas con el Rey de Navarra y el Conde de Barcelona”, pongo el narrar de los amables informadores turísticos.

Y atracción sonrojante cuando circulas por carreteritas de la Transición Democrática, excesivamente estrechas, muy parcheadas, sin señalización horizontal y con la vegetación comiéndose las señales verticales. Penches, Frías, Valle de Tobalina, fortaleza de Tedeja (fortín romano y primer castillo), hasta salir por BU-502 de la cuna de Félix Rodríguez de la Fuente.