Pasear, correr, leer, permanecer en silencio, tumbarse. Dentro de un cierto civismo, el Edén de la capital (La Alameda de Cervantes) da rienda suelta a todo tipo de “lujos”, señalados por Yolanda Santos, educadora medioambiental. Un consejo prevalece en esta simbiosis entre sociedad y naturaleza: no den de comer a las ardillas.
Un pequeño País de las Maravillas en el mismo centro de la ciudad mantiene siempre sus puertas abiertas. La Alameda de Cervantes, nombre oficial, hace respirar a Soria; La Dehesa, denominación popular, protege el corazón de la capital, bombeando oxígeno las 24 horas del día. Según el Ayuntamiento de Soria, La Dehesa es “el pulmón de la ciudad”. Y es que 9,23 hectáreas dan para muchas inspiraciones y expiraciones. El jardín de las delicias de Soria no lo pintó El Bosco. Se trata de una herencia que data del siglo XII.
A Yolanda Santos, presidenta de la Agrupación Soriana de Hostelería y Turismo (ASOHTUR), le preguntan “¿Qué bar tienes?”. La inmensa mayoría desconoce que Santos es también licenciada en Agrícolas. Ella protege La Dehesa: educadora medioambiental. Una guardiana más. Sabía que “si la gente de Soria conocía la naturaleza, la iba a cuidar y a proteger”. Como la propia Santos, vaya. Impulsa un turismo activo que también pasea, lee, corre o realiza talleres botánicos por la misma Dehesa. “A mí me emociona. Me parece un lujo”, determina Santos sobre uno de los jardines públicos más grandes de España. “Un privilegio” que la rutina diaria del soriano acabe “cruzando” La Dehesa, un lugar de paso que te encuentra y se encuentra fácilmente.
Hay vida en La Alameda de Cervantes, “enclave imprescindible para el paseo y el ocio”, resalta el Consistorio de Soria. Uno de los puntos clave de encuentro social en Soria se topa, irremediablemente, con la altura silenciosa de unos 78 árboles, presididos por el jefe más emblemático del lugar: el Árbol de la Música. Santos invita a desarrollar rutas “de iniciación a la botánica: hay tantas especies...”, señala. Desde una sequoya, la más alta con 90 metros de estatura, hasta el gingo, la estructura viviente más “rara” del parque, define el Ayuntamiento. Otros 49 arbustos (el enebro, la yuca o la palmera de la suerte) completan la metamorfosis del parque.
En la Dehesa, “un ejemplo de socialización y el reflejo de la sociedad soriana”, según Santos, conviven varios países, debido a la estructura del paraje. Un “espacio proporcionado” en el que se habla francés “en la zona baja de La Dehesa (ajardinamientos y flores) o inglés “en la parte de arriba, en la pradera (Alto de La Dehesa”. Sin descuidar la rosaleda, ubicada en la zona media del parque. “No creo que La Dehesa tenga algo que envidiarle al Parc Güell o al Retiro”, ríe Santos. Apunta otro lujo: “No hay que olvidar que es un parque botánico gratuito”.
La Dehesa, el jardín botánico de Soria, es un auténtico testimonio de biodiversidad vegetal, con 127 muestras de árboles y arbustos a la cabeza. Este pulmón y corazón soriano, de 9,23 hectáreas, es uno de los grandes valores ambientales de Soria.
Algunos forasteros y algunos colegios de Soria se han iniciado ya en la botánica. Dejen “ayudarse por los árboles”. “Es chulo saber distinguir los árboles, al igual que empezamos a saber distinguir setas en otoño”, aprecia Santos. A simple vista, es complicado apreciar “las propiedades, las leyendas o las historias de los árboles. Santos invita a sumergirse en ese maravilloso mundo arbóreo. “En ese paseo”, la educadora medioambiental nos desvela íntegramente ‘La leyenda de la Reina de Tardajos’. Siembra expectación: “Hay fantasmas que vagan por el parque y aparecen por la noche”, deja caer, “La historia del Árbol de la Música” también la cautiva. Los carboneros, los herrerillos, los gorriones o los autillos sobrevuelan La Dehesa mientras Santos alaba el reino natural de Soria.
No pisar, no arrojar, no cortar. Son algunas de las medidas exigidas dentro de La Alameda de Cervantes. A la postre, cuidar el parque. Las ardillas, las vivarachas protagonistas del escenario cultural, social y natural, asienten ante tal afirmación. “Es fantástico ver a las ardillas. Eso sí, como educadora medioambiental, yo recomiendo no darles de comer: ellas deben buscar su comida y ser capaces de sobrevivir y adaptarse a las circunstancias”, relata Santos. No quiere ser “la rancia del parque”, solo aconseja: “Debemos sentir, de verdad, que esto (La Dehesa) es nuestro. El cuidado de nuestro entorno depende de nosotros”, valora Santos como medidas de prevención.
Los sorianos tienen “una conexión especial con la naturaleza” y se “mantiene” a lo largo del tiempo. Una naturaleza “conservada”. Incluso, “la naturaleza puede marcar el futuro que pueda llegar a tener Soria”, apuesta Santos. La provincia, camino a “la sostenibilidad” y acorde a las “líneas trazadas” por Europa.