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Crónica Sporting-Numancia (1-1): El Numancia saca petróleo en la mina del Principado

Crónica Sporting-Numancia (1-1): El Numancia saca petróleo en la mina del Principado

Actualizado 16/09/2018 23:36
Bernat Díez

Quien tuvo, retuvo. En una versión impropia del cuadro soriano, los de López Garai acabaron dando por bueno el ‘puntazo’ coleccionado en El Molinón. Supieron reaccionar los numantinos, guiados por Villalba, al tanto inicial de Babin, para acabar sumando en un fortín clásico, el cual ya no es inexpugnable.

La mina del Principado acabó por darle petróleo, carbón y diamantes a un Numancia que practicó con lo nunca había ejecutado hasta la fecha, la contención. Se conformó con lo que tenía, un valioso 1-1, en Gijón y no le importó pedir la hora al final mientras esperaba desde atrás a que el Sporting desfalleciese. Restricción y orden. Un gol acrobático de un imaginativo y expulsado Fran Villalba contrastó el remate sutil de Babin en El Molinón (1-1). Juan Carlos se encargó del resto a favor del Numancia, más atrevido y crecido durante el primer acto.

El Numancia, capaz de seguir marcando en todos los partidos de Liga, truncaría una óptima dinámica. Le arrebató dos puntos a un Sporting de Gijón que había sumado de tres en tres en El Molinón. Los sorianos, con el runrún de los pitos en Los Pajaritos y con la reciente eliminación copera ante, precisamente, el equipo que tenían enfrente, sumaron su tercer empate de la temporada, las segundas tablas a domicilio.

Leones, trapecistas y acróbatas antes de que Babin peinase solísimo en el segundo palo una asistencia desde la esquina de Carlos Carmona. El Sporting de Gijón se volvía a aprovechar de un blando Numancia que, en ciertas ocasiones, le cuesta defender un mundo. Evidenció el central de tez negra las carencias de un cuadro soriano que rememoró las cantadas ante el Lugo o ante el Cádiz. La desnudez capilar de Babin provocó que Fran Villalba, quien acabaría expulsado al final, desmelase su moderna pelambrera. El 1-1, en otro córner llegó la igualdad en el luminoso, destapó la acrobacia del ingenioso mediocampista ché. Villalba se tiró en el segundo palo para remachar una prolongación de Atienza desde el primero. No estuvo exenta esa jugada de las protestas que vinieron a continuación. El Molinón dictó sentencia: entendió que Villalba estaba en fuera de juego.

Abierto de par en par, el Numancia volvía a mostrar una actitud osada. Nadie puede cuestionar la valentía de los sorianos en suelo foráneo. Dani Calvo, candente novedad, en el eje de la zaga y Kako Sanz, enganche del trivote, escoltaba a Pape Diamanka y a un creativo Villalba. Envites de tú a tú en el mismísimo Molinón, donde los de López Garai dieron un paso al frente, con Alain Oyarzun como estandarte. Saltaba Juan Carlos para evitar malos mayores en un misil de Carmona, el Numancia sufría en exceso por la derecha y Dani Calvo tuvo que aparecer para robarle el 2-0 a Sousa después de que Lodo a punto estuviese de aprovechar una mala maniobra de la escuadra soriana en la zona de creación.

Entre Atienza y Kako le hicieron un sándwich a Djurdjevic y en la acción posterior, Canella arrolló sin balón a Yeboah dentro del área. El de Mareo borró al ghanés sin que el balón estuviese presente. De las dos posibles penas máximas, al empate del Numancia sobre la bocina. A falta de unos cinco minutos para que se decretase el final, voló Villalba para sujetar al conjunto numantino. Rescate fructífero: el Numancia afrontaría con vida y crédito la segunda mitad en el Principado.

Tras la reanudación, los 45 minutos ladraron más de lo que acabaría siendo un mordisco que nunca se produjo. A cuentagotas, Juan Carlos, todavía en la sombra de Aitor Fernández, se encargó de anular cualquier reacción sportinguista. Intentaban intimidar los guajes, comandados por la revolución de un Morilla al que Baraja dio boleto en el arranque de la segunda mitad, pero el Numancia, mostrando su escasa productividad ofensiva en tímidos contragolpes guiados por Villalba, se mantenía firme.

Era el Sporting de Gijón el que necesitaba más. Por su parte, el conjunto de Soria se dedicaba, sin demasiados agobios, a “sostener el árbol” –el empuje de los de Baraja–, una de las previsiones de López Garai. El Numancia, serio y solvente, renunció prácticamente a sus labores ofensivas para realizar una acción poco frecuente en la metodología que ahora imparte el de Barakaldo: amarrar el resultado, esperar y contenerse. Vaya, que acabó pidiendo la hora, y literalmente. Los cuatro minutos de prolongación que mostró el colegiado Trujillo Sánchez acabaron siendo siete. López Garai, enfocado por las cámaras, predicaba con el ejemplo. Firme, como su Numancia, se golpeaba una y otra vez el reloj. Gesticulaba y mascullaba. Alivio final y punto sufrido. Supo conformarse el bloque numantino, sin tirar nada de lo que disponía.

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