La despoblación y el tío Suleimán

Estaba tomando un vino en la taberna de mi pueblo, y como quien no quiere la cosa puse encima de la mesa el tema de la despoblación.

-¿Qué opinas, Suleimán?, le dije a mi amigo.

Todos los presentes hicieron corro y escucharon a este labriego habitualmente callado y de pocas palabras

-He pensado con frecuencia al respecto y estoy un tanto admirado. Presupongo buena voluntad en los adelantados de esta cruzada pero…, creo que están confundiendo a muchos con las medias verdades y verdades enteras que manejan: desde el fervor uno se equivoca.

A mi parecer, todo comienza con el concepto mismo de ‘despoblación’ que manejan. Algo negativo, preocupante, amenazador. Y mira, chico, me parece todo esto muy diferente. En la despoblación, que tiene algo de dolor para muchos, realmente hay una realidad liberadora para todos. Creo que ha sido la redención de miles de esclavos que malvivían trabajando a lo burro y al final morían pobres como habían empezado.

-Amigo Suleimán, algo habrá que hacer.

-Claro que hay que hacer. Primero ser inteligente y no sacar las cosas de quicio y por mal camino. Y luego ser realista. A un río no se le puede taponar con la mano.

Si en un sitio no se crea riqueza no hay posibilidad alguna de repoblarlo. Habría que cambiar el ‘repoblar’ por ‘crear riqueza’; y no cualquier tipo de riqueza, sino esa clase de riqueza que necesita gente. Hoy en los campos de Soria hay más riqueza que nunca, pero emplea a muy pocos. Además, todos los pueblos que están a menos de una hora de camino sobran como pueblos. Hoy, una hora de camino son 60 km.; antes,5. Hay que invertir sólo en algunas cabeceras de comarca. Lo otro es tirar el dinero.

El tio Suleimán siempre me ha parecido un hombre sensato.