Haga frío o calor

San Saturio el día 2. Vuelven las fiestas del Santo Patrón, y con ellas las pruebas deportivas, actividades culturales y verbenas, así como los actos religiosos, pues no solo de pan vive el hombre. Un año más, esta ciudad se repite como un corta y pega, como el día de la marmota, como el pueblo en el que nunca pasa nada.

Las misma obras en los mismos sitios, cambiando los mismos adoquines; los mismos resaltes con aristas en los que dejar la llanta; las mismas plazas con los mismos problemas de accesibilidad; los mismos edificios en ruinas desprendiendo partes de su estructura en El Collado, Plaza Mayor o cualquier parte del casco viejo; el mismo abandono de todo lo que no es el mismísimo centro de la ciudad; la misma falta de empresas que imposibilita el futuro aquí para los jóvenes, no ya los que pudieran venir, hablo de los que están y tienen que marchar.

El qué bien se vive en Soria, es un eslogan que casi ninguno de nuestros hijos puede ya experimentar ante la falta de horizontes laborales. Cambiar esta ciudad que pasó de amable a complicada, que no es capaz de ofertar suelo atractivo ni beneficios fiscales a empresas que generen empleo, que debería jugar fuerte apostando por un turismo de calidad, que ve discurrir el tiempo sin más afán que el de quedarse como está, esperando otro San Juan u otro San Saturio, es tarea común. La del cambio, en la que aplicarnos todos y cada uno de nosotros con toda nuestras fuerzas.