La segunda jornada de la XXI Subida Automovilística al Parque del Castillo de Soria ha estado pasada por agua.
A días grises, motores de colores. La segunda jornada de la XXI Subida Automovilística al Parque del Castillo de Soria, que prolongó lo vivido durante la jornada de ayer, trajo consigo lluvia, trompos, derrapes y acelerones estruendosos que desestructuraban por unas horas la tranquilidad que ronda permanentemente en el Parador Antonio Machado. La cita automovilística de San Saturio estuvo pasada por agua.
Ruido, ¡mucho ruido! Daba la sensación de que los Fórmula 1 exhibían su dominio mientras circulaban paralelos a la orilla del río Duero. Pero los automóviles en cuestión ni tenían la cilindrada propia de los ‘trastos’ dirigidos por la Federación Internacional del Automóvil (FIA) ni deambulaban por el circuito urbano de Mónaco. Los rallyes que encaraban las curvas, las cuestas y las bajadas relativas al Castillo de Soria provocaban que retumbase toda el área colindante al Paseo San Prudencio y a la Concatedral de San Pedro.
Acelerones y pocos frenazos en un escenario que por momentos se trasladaba a Las Fallas de Valencia. Los motores de los automóviles, que se lo jugaban todo a distintas mangas, sonaban como los mismos petardos, dejando un eco mayúsculo en la zona sur de la capital soriana.