La opinión de Carlos Lafuente, empleado público y contertulio.
Otra vez asistimos con estupor al expolio generalizado en ermitas, en descampados y poblaciones vacías. Siempre he pensado que estas acciones son obras de desalmados que hacen de lo ajeno su negocio.
Pero puestos a reflexionar sobre la moralidad de adueñarse de lo ajeno, también es de recibo poner sobre la mesa las indebidas apropiaciones que el Obispado ha llevado a efecto en nuestra provincia.
Así, a cementerios municipales y ermitas de la provincia (como la grande de La Blanca en Cabrejas del Pinar) también hay que añadir otras más emblemáticas, como San Saturio en Soria. Pues sí, no solo se han inscrito a su nombre la mezquita de Granada. También nuestro San Saturio, donde existe sala para reuniones del Ayuntamiento, funcionario municipal para cuidar del inmueble, donde se reunía y tiene sala el Cabildo de los Eros. Bien del Común de Soria, dejó de serlo por arte de birlibirloque del Obispado con la bendición de la ley que Aznar le hizo a la Iglesia (a la católica) para mayor gloria y provecho.
Creo sinceramente que los poderes públicos deberían cumplir con la obligación que la ley les marca, y recuperar los bienes usurpados. En todos los pueblos. Y si es menester que sean ayudados por la Diputación. Y que la Iglesia Católica y el Obispado colaboren en la devolución de lo indebidamente arrebatado registralmente. Así no pensaremos de los robaermitas que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. ¿O no?