Templarios, brujas, fantasmas, mujeres que resisten a pasar al otro mundo, campanas anunciadoras de un trágico suceso, batallas que persisten con el paso del tiempo... Cientos de años de historia dan para mucho en una provincia. En cada rincón se esconde una leyenda que por estas fechas vuelve a la carga para disfrute de algunos y el mal trago de otros.
La festividad de Todos los Santos y la noche anterior, que para los celtas se conocía como Samaín pero actualmente se prefiere la palabra importada Halloween, animan a sumergirse en lo paranormal. En los últimos tiempos leyendas y sucesos antiguos sirven incluso como reclamo turístico. Soria gracias a su extensa historia tiene para todos los gustos. Aquí, nueve ejemplos.
El Valle esconde una de estas historias. Concretamente se enmarca en Sotillo del Rincón, un municipio de 186 habitantes que muchos conocen por su mantequilla pero cuyo nombre ha quedado registrado en la literatura española gracias escritor Juan José Benítez y su novela ‘La rebelión de Lucifer’. Esta toma como escenario esta localidad soriana y su argumento adquiere como base uno de los sucesos más insólitos de la fenomenología paranormal.
La madrugada del 1 al 2 de abril de 1984, transcurría apacible para la mayoría de los habitantes del pueblo pero a las 01:40 horas algo rompía la quietud. El viejo reloj del ayuntamiento, que hacía tiempo que había abandonado su función de marcar el paso de las horas, volvía esa noche a sonar. Lo extraño es que el numero de campanadas en vez de marcar la hora, emitiera 66 campanadas en dos intervalos de 33.
Este resurgir solo lo escucharon dos vecinos, Gloria y José María (el alcalde). Ellos mandaron investigar el hecho a estudiosos de la fenomenología paranormal, meteorólogos y sismólogos. No se encontró nada fuera de lo normal.
Esto habría pasado como una curiosidad sino fuera porque el 4 de junio, 66 días después, fallecía el marido de Gloria cuyos restos mortales fueron inhumados el 6 de junio(06/06). Al año siguiente, el 23/01(cuya suma da 6) a las 6 de la tarde moría el alcalde José María Zardoya.
Uno de los pueblos más bellos de la provincia tampoco escapa a las leyendas. El acontecimiento que hace famoso a Calatañazor es esa mítica batalla que tuvo lugar en esta zona y de donde viene el ilustre decir de “En Calatañazor, Almanzor perdió su tambor“. La historia narra la cruenta batalla entre cristianos y el, hasta entonces, temible moro Almanzor que saldría escaldado de la localidad y moriría pocos días después en Medinaceli.
Mil años después parece que esta batalla no ha abandonado del todo a Calatañazor. Los turistas que lo visitan dicen que en su Castillo uno se siente como de regreso en el tiempo o que, incluso, se pueden escuchar las espadas de los caballeros al chocar. Pero hay un relato que va más allá. En el foro ‘mundo parapsicológico’ se narra la historia de una alicantina que visitó la localidad y una noche decidió junto a su pareja dar un paseo nocturno por el Castillo. Su encontronazo con una figura femenina les hizo correr despavoridos.
Fue considerada durante mucho tiempo un foco de brujería y no solamente por el imaginario popular pues se juzgaron por la Santa Inquisición en su tribunal de Cuenca. Quiteria de Morillas, una de las implicadas más destacada, declaró que ella junto con otras compañeras, andaba por las noches en busca de niños que sacrificaban.
Testigo de ello es el Mojón-Confesionario de las Brujas, una roca con un agujero y en cuya parte superior hay una cruz grabada. Supuestamente, las brujas metían la cabeza en el agujero para confesarse.
El historiador Manuel Ibo Alfaro escribió ‘El fantasma de Masegoso: trágica leyenda de una aldea soriana’ que narra las extrañas circunstancias que llevaron a esta localidad a quedar deshabitada.
El pueblo estaba dominado por dos familias enfrentadas por sus señores: Julio Álvarez y Andrés Orozco. Su rivalidad fue heredada de sus padres y el de Andrés Orozco pidió a su hijo en el lecho de muerte que jamás se reconciliara con los Álvarez. Si lo hacía, juró que “se levantaría para castigarle”.
El destino quiso que los hijos de ambos se enamorasen con tan mala suerte que, a pesar de que los padres finalmente se reconcilian, la joven era pretendida por Lázaro, nieto de una anciana bruja que idea un plan: que Lázaro se disfrace del padre de Andrés y se aparezca para reprocharle que incumpliera su promesa.
Así se hizo, todas las noches antes de la boda, Lázaro disfrazado de fantasma asustaba a los vecinos de Masegoso desde el torreón con golpes, arrastre de cadenas y gemidos. Pero una de esas noches fue descubierto por Manuel, el padre de la joven, que a la caza del fantasma disparó a Lázaro por error. La respuesta del nieto de Avedícula fue arrebatarle el arma y disparar al novio de su amada. Un acto que le hizo ganarse el desprecio de todo el pueblo por lo que antes de ser detenido, decidió echar en la fuente romana de Masegoso unos sapos venenosos para vengarse. Pasados pocos días nadie quedaba vivo.
Más allá de la tradición oral, las ruinas de Masegoso siguen relacionándose con el misterio. De este pueblo soriano se dice que se pueden oír y captar voces en el más absoluto silencio, como si se hubieran quedado soplando en el viento desde hace siglos.
No se puede hacer un recorrido de este tipo y olvidarse de mencionar la leyenda becqueriana de ‘El monte de las Ánimas’. Como saben los sorianos y El Festival de las Ánimas se encarga de recordar, este lugar existe en la capital. Allí, según cuenta la leyenda, tuvo lugar una contienda entre un grupo de hombres de cacería y unos templarios que intentaban evitar su paso por el territorio. Todo acabó como suelen acabar las peleas con espadas, con multitud de muertos regando el lugar.
Desde entonces, las almas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica entre los zarzales.
Bajo una aureola tenebrosa, la narración del escritor sevillano relata una historia de templarios y espíritus malévolos que se dejan ver cada noche de difuntos y que envuelven de sangre y misterio las muertes de los jóvenes Alonso y Beatriz, dos de los protagonistas.
Otro de los sucesos relacionados con la noche de Todos los Santos que aún hoy pervive es la Parada de las Brujas del Madero. Según la tradición, cada año las brujas de la comarca de la Sierra del Moncayo y del Madero se reunían esa noche para celebrar un aquelarre. Según la literatura esto no debe estar sustentado sólo en la imaginación. En ‘Historia de Muro de Ágreda’ de José Fernández narra varios hechos relacionados con las brujas. En 1907 el dueño de la venta asesinó a dos de sus criadas porque ambas, madre e hija, eran brujas.
La pedanía de Golmayo se cuela en la lista gracias a la aportación del blog ‘El Tuno Negro’. En él se cuenta una experiencia sucedida en la ermita de la localidad. Un suceso que pudo deberse a la sugestión pues los visitantes conocían la leyenda que cuenta que alguna noche en una de las ventanas del piso superior de la Ermita de Fuentetoba se ha visto a una mujer vestida con un atuendo blanco, peinándose, mientras se mira en un gran espejo. El autor del blog narra que en el interior se encontró escritor amenazantes y una soga colgada del techo.
Narra en ‘La tierra de Alvargonzález’ el asesinato de un padre por sus dos hijos, quienes le arrojan a una laguna “sin fondo” apuñalado y atado de pies y manos. Después de perder todo ganado injustamente, los hijos mueren en las mismas aguas. Se dice que todavía se escuchan lamentos en la famosa Laguna Negra.
La Ermita de San Bartolomé, en pleno Cañón es la obra cumbre del simbolismo y esoterismo de la Orden del Temple. Resulta ser equidistante entre los dos puntos septentrionales más extremos de la península ibérica como son los cabos de Creus y Finisterre con un margen de error inferior a 100 metros.