15 voluntarios fijos y 225 eventuales conforman una de las plantillas más organizadas de la provincia, la del Banco de Alimentos de Soria. Ellos son un grupo de “amigos” que decidieron hace siete años dedicar sus esfuerzos a los demás y enfocarse en acabar el hambre, el que para la FAO es el mayor riesgo a la salud en el mundo.
El 30 de mayo de 2012 nació en Soria el Banco de Alimentos. Casi siete años después, este proyecto ha conseguido quizás el objetivo más complicado, consolidarse en esta provincia y hacerse presente día a día no sólo en los hogares que lo necesitan, sino en las rutinas de todos los sorianos, que cada vez lo tienen más presente. Esto se ha conseguido gracias al esfuerzo de las personas que están detrás del nombre, el equipo de voluntarios que ponen su esfuerzo para conseguir que el hambre no sea una realidad dentro de las fronteras provinciales.
El Banco de Alimentos de Soria forma parte de la Federación Nacional de Bancos de Alimentos, una red formada por 55 Bancos que no reparten alimentos directamente a personas particulares, sino que los distribuyen a través de las entidades asistenciales y de ayuda social registradas y homologadas. La edad media de los voluntarios en el Banco de Alimentos de Soria supera los 60 años. El objetivo ahora se centra en captar a los jóvenes para “enriquecer la organización con su energía y formación”. La intención es poner en marcha programas de concienciación en colegios para niños a partir de los 12 años.
El Banco de Alimentos de Soria lo fundó un grupo de diez amigos que se transformaron rápidamente en voluntarios. “Nos lo propusieron desde Madrid”, explica Jesús Pastor, uno de los veteranos del equipo. “Soria era la única capital de provincia sin Banco y eso no se podía permitir" (ríe), ahora ese grupo de amigos ha crecido y “hemos demostrado que con un poquito de cada uno, funciona”.
Con el paso de los meses, son ya 15 los voluntarios han decidido dedicar parte de su ocio a ayudar a los demás. Ellos acuden como mínimo una vez a la semana a las instalaciones en el polígono de Valcorba. Son los fijos, los que nunca fallan y “los más difíciles de captar”, en palabras del presidente del Banco de Alimentos de Soria, Ángel Crespo. La mayoría cumplen el mismo perfil, son personas jubiladas, muy formadas y con un elevado compromiso social.
A ellos hay que sumar otros muchos nombres propios, los de los sorianos que se comprometen con esta labor de forma eventual. “En la pasada Gran Recogida fuimos un total de 240 personas trabajando por llenar el almacén”, puntualiza Ángel Crespo creciendo de orgullo para bajar a la tierra para explicar la diferencia numérica. “Los sorianos somos solidarios, lo demostramos cada vez que acudimos a la llamada de cualquier asociación o colectivo. Pero casi siempre lo hacemos de forma puntual, es cierto que todos podríamos sacar unas horas a la semana pero muchas veces nos da miedo comprometernos con los demás”, sintetiza.
Sea de forma rutinaria o más específica para fechas concretas, dentro de estas paredes hay hueco para todos. Domingo Rodrigo es “de los nuevos”. Él se coló en las filas del Banco de Alimentos en noviembre del año 2016. “Me jubilé en julio de ese año y después de tomarme un mes sabático comencé a pensar que tenía que hacer algo más. No me llenaba estar horas paseando por la Dehesa o todo el día dentro del centro de jubilados, quería hacer algo que se notase, de lo que quedase una huella”, narra Domingo para añadir que “me metí en la página web y enseguida se puso en contacto conmigo el presidente. Me acerqué hasta aquí y me encontré a Paco Parra (la cara más reconocible del Banco de Alimentos de Soria hasta que hace unos meses diese un paso atrás) y ya no necesité más. Vi enseguida que había buen ánimo y eso fue suficiente para prestar mi tiempo y mi trabajo”.
Ahora Domingo Rodrigo, además de echar una mano en las labores que lo requieran, se encarga de organizar los fondos FEAD (Fondo de ayuda Europea para los Más Desfavorecidos), dinero que llega de Europa y que se reparte entre Cruz Roja y el Banco de Alimentos para que ellas lo distribuyan entre la capital y la provincia, respectivamente. “Es un trabajo intelectual, de organizar las necesidades que tienen los distintos CEAS, pero es muy llevadero”, cuenta para animar a quien pueda escucharle: “no tienes horarios ni jefes (hay responsables pero cada uno sabe lo que tiene que aportar). Yo me he dado cuenta de que hay días que soy mucho más productivo aquí que lo que era en mi trabajo”
El presidente interviene en la conversación para aclarar que “aquí todo el mundo es válido, no hace falta saber hacer algo en concreto porque nos enriquecemos con las personas diferentes”. Una afirmación que aprovecha (prácticamente por ‘deformación’ profesional) para volver a insistir: “nuestra página web tiene una aplicación que permite apuntarse cuando una quiera y echar una mano. No hay excusas porque es muy fácil”.
Esta entidad tiene 2.451 beneficiarios (1.000 de ellos a lo largo de la provincia y el resto en la capital) y aunque, “el número se ha reducido considerablemente debido a la bajada de la inmigración” sigue habiendo personas que necesitan de nosotros para no pasar hambre”.
La nave del Banco de Alimentos de Soria alberga, además del espacio dedicado al trabajo de oficina y una sala que se dedicará en un futuro no muy lejano a tareas de formación, las furgonetas de la organización y multitud de estanterías que ahora mismo se encuentran repletas. Los 32.000 kilogramos de alimentos que se donaron en la Gran Recogida ya están clasificados y repartidos en cajas para darles una salida ordenada. “Hemos pasado las navidades trabajando a tope”, explica Ángel Crespo, “ahora tenemos reservas suficientes para tres meses largos pero no podemos bajar la guardia porque a finales de marzo se encienden las luces rojas”.
A las donaciones de particulares hay que añadir las que se realizan entre sedes de otras provincias (pues los excedentes se reparten antes de que alcancen su fecha de caducidad) y las que entregan empresas privadas. “Ahora es el momento en el que empiezan a llegar productos apalabrados con la industria agroalimentaria".
Los productos más demandados por su necesidad conforman una lista prácticamente idéntica en todo el territorio nacional. En ella no pueden faltar aceite, leche, conservas de carne o pescado, zumos y legumbres hervidas. “Hay que tener en cuenta el consumo energético. Las personas que necesitan nuestros servicios normalmente también andan justos con otros gastos del hogar y el gas o la luz son más importantes”, señala el presidente del BALSO.
De esta lista se caen en Soria los productos infantiles. “Es lo que más llama la atención pero la despoblación también está modificando las necesidades. Nacen menos niños y aunque estos productos siempre vienen bien, ahora no son prioritarios en esta provincia”, concluye Crespo.