La opinión de Carlos Lafuente, empleado público y contertulio, en Soria Noticias.
Enero es para soñar. Huele a corbatas y fulares recién estrenados. Yo soñé que salía de casa y bajaba por Nicolás Rabal. Me extrañó encontrar policías a la altura de la Iglesia de San Francisco. Pregunté y me dijeron que custodiaban el Edificio de los Juzgados. Me asomé y vi unas oficinas funcionales, modernas.
Me acerqué al Palacio de los condes de Gómara. Un Hotel con estilo saludaba a los viandantes. Un hotel de la categoría de nuestra ciudad.
Con la mosca en la oreja me acerque a lo que yo conocía como Banco de España. Ahora era un referente cultural de la ciudad. Coqueto pero funcional.
Y así, recorriendo edificios me iba alegrando. El reló de la antigua Caja de Ahorros ya funcionaba y daba las horas a los moradores del edificio. Por los jardines de la antigua cárcel correteaban niños cuidados por jóvenes que habían adquirido viviendas protegidas.
Los bomberos compartían un flamante parque con el nuevo cuerpo de bomberos provinciales. Lucían también la insignia de la Junta de Castilla y León que por fin se había comprometido.
Una capital de provincia como Soria tenía que ser modelo de organización de los servicios públicos. Una organización que rompa esa imagen mastodóntica de la Administración. Que se convierta en eficiencia.
Por que esto también es inversión. La despoblación no solo se combate repoblando. También cuidando a los que ya están. ¿o no?