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El 19,7% de los castellano-leoneses en edad laboral se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social

El 19,7% de los castellano-leoneses en edad laboral se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social

Actualizado 06/02/2019 18:28

Este porcentaje equivale a 294.987 habitantes de la región de entre 16 y 64 años. La situación ha mejorado con respecto al año pasado, donde el porcentaje ascendía al 25,6%, y se ha recuperado el nivel de hace una década: en 2008, la cifra era del 19,6%.

Por tercer año consecutivo, la Fundación Adecco ha presentado el informe 'Un empleo contra la exclusión' que, en esta ocasión, ha analizado e interpretado los datos del informe AROPE (at risk of poverty and/or exclusion, de EAPN), en su relación con cifras oficiales de la EPA y una encuesta elaborada a 120 personas desempleadas y en riesgo de exclusión, que han encontrado recientemente trabajo.

El desempleo, un factor determinante en la pobreza

Por tercer ejercicio, se registra una caída en el índice de riesgo de pobreza en Castilla y León. Así, en 2017 se ha alcanzado el valor mínimo de la última década, con una tasa de pobreza del 18,4%, reduciéndose cinco puntos respecto a 2016 (23,2%). Es destacable, además, que esta cifra se sitúa por debajo del índice de pobreza a nivel nacional, que es del 26,6% y aún no ha recuperado los valores de los tiempos precrisis, algo que en Castilla y León sí se ha conseguido (en 2008 era de 21,4%).

La explicación a este 'retroceso' viene dada por que la evolución de la pobreza está íntimamente ligada al desempleo: en coyunturas en las que el segundo mejora, la primera tiende a disminuir. Así, ambos indicadores han experimentado un desarrollo similar, disminuyendo en los años recientes, coincidiendo con la recuperación económica, pero registrándose índices de pobreza superiores a los de hace una década, cuando la crisis aún no había arreciado y las cifras de desempleo eran más favorables que las actuales.

De este modo, aunque la evolución de AROPE y la tasa de desempleo no han seguido exactamente los mismos patrones, sí que se advierte un cierto paralelismo, sobre todo en el inicio y final de esta última década. Así se ve en el número actual de desempleados, que se ha visto reducido hasta los 125.100 parados, once mil menos que en 2008 (136.100). De la misma manera, el índice de pobreza recupera en el último año (18,4%) la cifra de hace una década (en 2008 era 21,4%).

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, se pone de manifiesto la importancia del empleo "como indicador para medir el bienestar social y la madurez de una sociedad, siendo el activo por excelencia para combatir las situaciones de pobreza y exclusión".

Para conocer qué personas se consideran en riesgo de pobreza y exclusión, se trata de aquellas que cumplen, -al menos uno- criterios como vivir en un hogar con una renta inferior al umbral de la pobreza (el 60% de la mediana de la renta nacional, fijada en 2016 en 684 euros mensuales; estar en privación material severa, no pudiendo afrontar, al menos, 4 de los siguientes gastos: vivienda, calefacción, vacaciones, alimentación básica, gastos imprevistos, teléfono, televisor en color, lavadora o automóvil; y vivir en un hogar con baja intensidad de trabajo (inferior a 0,2), definida como la relación entre el número de meses trabajados por todos los miembros de la unidad familiar y el número total de meses que podrían trabajar, como máximo, todas las personas en edad laboral de dicho hogar.

Según Mesonero, “aunque el desempleo sólo se menciona expresamente en el tercer punto, es el desencadenante de todas las situaciones de pobreza y exclusión social. Así, el hecho de que las familias tengan que subsistir con ingresos inferiores a 684 euros mensuales (umbral pobreza) o que no puedan afrontar gastos básicos como la vivienda o la calefacción (privación material severa), tiene tras de sí el factor desempleo u otros estrechamente relacionados: paro de larga duración, agotamiento de prestaciones, precariedad, economía sumergida, etc”.

Las personas en edad laboral, más pobres que la media

Realizando una estimación proporcional en función del incremento nacional del índice AROPE entre la población total (26,6%) y aquella que tiene edad laboral (28,4%), podemos realizar una extrapolación a Castilla y León, a partir de la cual, el 18,4% de personas en situación de pobreza, ascendería al 19,7% en el caso de aquéllas que tienen entre 16 y 64 años.

Si cruzamos estos datos con los de población, proporcionados por el INE, obtenemos que de los 1.497.400 castellano leoneses entre 16 y 64 años, 294.987 (el 19,7%) se encuentran en esta situación crítica.

La situación ha mejorado con respecto al año anterior en seis puntos (dicho 19,7% ascendía al 25,6%) y prácticamente ha recuperado el valor de hace una década, en 2008 (19,6%).

Aquí, Mesonero ha explicado que "no parece aventurado señalar que, entre estas personas en edad laboral, nos encontramos con una elevada proporción de desempleados, fundamentalmente de larga duración que han agotado todas sus prestaciones, así como profesionales que se encuentran en situación de irregularidad, trabajando en la economía sumergida o inactivos con capacidad para trabajar, pero que no lo hacen por razones culturales: personas con discapacidad, mayores de 45 años que perdieron su empleo y se han retirado del mercado, ante la falta de expectativas profesionales, etc. El desempleo, la precariedad y la inactividad, se convierten, por tanto, en factores que subyacen detrás de las situaciones de pobreza y exclusión".

Por otra parte, hay que tener en cuenta que el segmento de la población que ha experimentado un mayor aumento de su pobreza es, precisamente, el de los desempleados: el 59,1% vive en riesgo de pobreza, porcentaje que se ha incrementado en 17 puntos desde 2007 (42,1%).

En este sentido, hay que tener en cuenta el aumento del paro de larga duración y la reducción de la cobertura de protección para desempleados, a raíz de la crisis económica, que ha disparado el porcentaje de parados que viven en riesgo de pobreza: un 59,1% frente al 42,1% de 2007, según AROPE.

Ante esta situación, Mesonero ha destacado que "la solución pasa, necesariamente por la articulación de efectivas políticas activas de empleo que, frente a los subsidios no sostenibles en el tiempo, garanticen que los desempleados con más dificultades puedan desempeñar una ocupación, de forma continuada, que dignifique su vida".

El empleo, factor de inclusión social y salud

Una encuesta realizada a 120 personas que se encontraban en desempleo y riesgo de exclusión (por atravesar grandes dificultades económicas), y que recientemente han encontrado una ocupación, revela que el empleo es un factor determinante para superar estas situaciones.

Así, si el 90% de los encuestados manifestaba grandes dificultades para llegar a fin de mes cuando no tenía trabajo, sólo el 30% lo hace una vez lo encuentra.

Y si bien un 30% sigue expresando dificultades económicas cuando encuentra empleo, según Mesonero: "encontrar un trabajo, aunque sea a jornada parcial y con bajos ingresos es, para una persona en riesgo de exclusión, el primer paso para salir de una situación de bloqueo que le impide avanzar y tomar decisiones. El empleo ayuda a las personas a empoderarse, a continuar formándose y a adquirir nuevas habilidades. En definitiva, es el punto de partida para recuperar la ilusión y la motivación necesarias para buscar otras oportunidades en el medio plazo, mejorando las condiciones actuales".

En esta línea, y según la presente encuesta, el empleo tiene otros efectos en la vida de las personas en riesgo de exclusión: un 64% admite que puede hacer frente a gastos que antes no podía permitirse y que ha incrementado su consumo en actividades de ocio y entretenimiento.

Sin embargo, el empleo no sólo impacta en el bolsillo, también en otras esferas vitales: un 50% destaca cómo éste ha mejorado sus relaciones familiares y un 75% declara haber incrementado sus relaciones sociales. Asimismo, un 91% destaca que el empleo le hace sentirse más libre y completo y un 83% lo asocia con la mejora de su autoestima y salud emocional.

Francisco Mesonero ha indicado en este punto que “el desempleo, especialmente cuando es de larga duración, puede derivar en el auto estigma, haciendo que las personas se retraigan en sus relaciones familiares y sociales y entren en una espiral de aislamiento, cada vez más profunda. Desde nuestras oficinas, asistimos diariamente a casos de personas que se encontraban muy abatidas y en grave riesgo de exclusión, pero que han logrado superarla gracias al empleo”.

20 de febrero, Día Mundial de la Justicia Social

El 20 de febrero se celebra el Día Mundial de la Justicia Social. Una jornada que nos recuerda el compromiso de todos los países para conseguir el desarrollo social y la justicia social a través de un crecimiento económico sostenible. El objetivo final es erradicar, a través del trabajo decente y el pleno empleo, la pobreza, lograr la igualdad de género y el acceso al bienestar social.

Como gran aliado de estos retos globales, la Fundación Adecco cuenta con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para poder trazar y medir un recorrido que nos lleve a la reducción de las desigualdades, siendo el empleo una herramienta fundamental en este proceso. Una labor para conseguir la integración laboral de personas en riesgo de exclusión, el empoderamiento de las personas mediante formación y orientación laboral, y la gestión estratégica de la Diversidad Corporativa en las empresas para garantizar la inclusión laboral de población vulnerable. En concreto, toda su actividad tiene un impacto directo en la consecución de los ODS 1. Fin de la Pobreza, 5. Igualdad de Género, 8. Trabajo decente y Crecimiento Económico, y 10. Reducción de las desigualdades.

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