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Buenas intenciones con las que malgastar el dinero

Buenas intenciones con las que malgastar el dinero

Actualizado 14/02/2019 13:32

La carta del director de Soria Noticias, Sergio García.

Me tiene loco la iniciativa del Gobierno de regar con dinero público a los ayuntamientos para que luchen contra el machismo. Casi 700€ por municipio y 0’20€ más por habitante ha transferido el Estado a cada ayuntamiento español para que organicen actuaciones contra la violencia de género. 20M€ de las arcas del estado de los cuales más de 2M€ han ido para Castilla y León, 158.000€ para la provincia de Soria y 690€ para Valdeprado. Y todo dentro del Pacto Nacional contra la Violencia de Género aprobado por unanimidad en el Congreso porque claro, ¿cómo vas a criticar algo que como último objetivo tiene acabar con algo tan rastrero e injusto como que a una mujer la maten por el simple hecho de serlo?

Pues vamos a ello. Y vamos a ello porque en este país somos especialistas en malgastar el dinero público envueltos en un sinfín de buenas intenciones. Pongamos que el objetivo es puramente encomiable y compartido (descontando la parte consustancial de politiqueo, que sí que buenos somos, que si pon mi logo allí, que si vamos a hacernos la foto a no sé dónde) ¿Cómo va a luchar La Quiñonería y sus 10 habitantes (en 2016) contra la violencia de género? La respuesta, según el propio Gobierno, puede ser una carrera con camisetas moradas, una suelta de globos o en el ¿mejor? de los casos una charla de esas que algunas asociaciones cobran a buen precio.

La realidad es que para acabar con la violencia de género hace falta educación y concienciar, sí, pero no hace falta malgastar el dinero. Sobre todo porque ese dinero hace falta para ayudar a quienes sufren el problema. Ese dinero es necesario para que ninguna mujer maltratada siga con su marido por ser su sustento económico, para que todas las víctimas tengan asistencia psicológica para aprender a enfrentarse al machismo y para que a ninguna mujer que quiera rehacer su vida lejos de un asesino le falte un puesto de trabajo.

Algo similar ocurre con la despoblación, donde hacen falta menos ferias, menos estudios y menos literatura y más legislación para que no se le exija lo mismo a un ganadero de El Valle que a Leche Pascual. Y si no, estaremos montando conciertos en pueblos vacíos y charlas feministas a 20 metros de donde un malnacido está pegándole la enésima paliza a “su” mujer.

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