Este domingo (16:00 horas), el estadio de Los Pajaritos se empapará de cierta nostalgia, la que ha sido capaz de provocar un futbolista pamplonica que juega y hace jugar al resto. Soria añora el fútbol de un pensador que apostó por volver a casa. Su batuta dirige ahora a un coro de Navarra que aspira claramente a regresar a Primera división.
De la mano de Jagoba Arrasate, entrenador vizcaíno que le permitió al Numancia jugar sus primeros play-off de ascenso a Primera, regresa a Los Pajaritos el que orquestó aquella ceremonia numantina (2017-18). Nuevamente, música celestial en Soria. Íñigo Pérez dirige en la actualidad a un coro que duerme en ascenso directo. Pero, su relevancia sobre el verde ha perdido fuelle en este tramo de la temporada, en el que no encuentra su hueco en el 11 titular que está determinando Arrasate para este Club Atlético Osasuna.
Del ‘Método Íñigo’ se extrae el siguiente principio: pienso, luego actúo. Con el balón en los pies, genio y termómetro. Pocos son los privilegiados que ven el fútbol de la manera que lo percibe Íñigo; con el corazón en la mano, toma las decisiones acordes a su futuro, por eso ha acabado donde ha acabado, jugando nuevamente en su casa, en Pamplona. Allí, “todo es más sencillo”.
La historia de amor entre Íñigo y el Numancia tenía fecha de caducidad: cuatro años. A la que el navarro eclosionó, el club soriano ya no le pudo retener. Osasuna le garantizó su desvinculación futbolística de Soria, no la emocional, tras abonar su cláusula de rescisión (750.000 euros) el pasado verano. Se añora el ‘Unchained Melody’ de Íñigo en Los Pajaritos, donde llegó a ser, además de fundamentalmente esencial, “el hombre más feliz del mundo”.
Soria Noticias: Usted tuvo que ‘envenenarse’ con el popular refrán que se estila por aquí: a Soria se viene llorando, aunque uno se va llorando.
Íñigo Pérez: Me dolió marcharme de Soria. Seguramente, todos llegamos con la reticencia debajo del brazo. Una pared, un muro: estoy en Soria, pero a ver si no estoy mucho por aquí… Acaban siendo prejuicios que se van creando. Me los comí. Con el paso del tiempo, en mi caso han sido cuatro años, se ha cumplido ese refrán. Tanto yo como mi mujer hemos sentido mucha pena a la hora de marcharnos.
SN: A su son y bajo sus partituras. ¿Aquel equipo que rozó el ascenso a Primera era el Numancia de Íñigo Pérez?
Í.P: No, en ningún caso. No es válida esa afirmación (ríe). Podemos hablar de que desentrañé un papel importante a la hora de gozar de minutos, a nivel de partidos jugados o a nivel de portar el brazalete de capitán. Creo que es exagerado decir que el Numancia jugaba a mi son o asegurar que yo era una figura capital dentro del terreno de juego. Lo digo desde la sinceridad.
SN: Finalmente, no se ascendió. ¿Qué le dice la palabra Pucela?
Í.P: En los últimos minutos, el sueño se acaba de estrellar en el Zorrilla. Se veía a venir por el partido de la ida.
“Creo que es exagerado decir que el Numancia jugaba a mi son”
SN: Claro, un 0-3 fue demasiado para aquel Numancia, que no pudo completar su enésima machada de la temporada 2017-18.
Í.P: Tengo el partido de la ida en la cabeza. ¿Cómo se nos pudo escapar? Le he dado muchas vueltas. La mayoría de los jugadores somos capaces de recordar partidos enteros al paso de los años o las temporadas. Era un partido de suma importancia para nosotros y para el club. Ese partido (Numancia-Valladolid) lo tengo borroso. ¿Qué sucedió para llevarnos un marcador tan abultado? Si hubiese sido un 0-2, alguna machada podríamos haber hecho. El 0-3 fue un palo durísimo. Lo intentamos en el Zorrilla; en esos 2-3 días que hubo de margen, intentamos convencernos de que sí se podía. Realmente, era complicado.
“Se acabó estrellando el sueño en el Zorrilla”
SN: A la final de la Promoción, llegaron pidiendo clemencia, fundidos y con la lengua fuera. Exhaustos.
Í.P: Puede ser. Pero, tengo grabados los partidillos reducidos que hacíamos entrenando (desde la semana previa antes de medirse al Real Zaragoza) y los recuerdo con mucha intensidad y calidad. En los play-off, evidentemente, las piernas se cansan, a nivel muscular, sobre todo. Pero, a nivel psicológico, el jugador remonta y se ilusiona. El premio de subir a Primera puede con todo ese cansancio psicológico. Jugar un play-off revitalizó a ese Numancia. Creo que se hace más pesada la temporada regular. Es agónica para el jugador… ¡Se podría hacer algo al respecto!
SN: Y si el Numancia hubiese ascendido, ¿qué?, ¿lo hubiese tutelado usted en Primera?
Í.P: Sinceramente, ese era el tema. Es lo que más me preocupaba. Es decir, existen dos partes: la de ascender con el Numancia y cumplir el sueño de mi vida y la de cuando aparece el interés de Osasuna. Soy pasional y emocional. Tenía en la mente lo siguiente: no podría jugar nunca en Osasuna si no cogía ese tren. ¡Un dilema muy fuerte! Finalmente, no tuve que decidir; en ese sentido, se nos puso más fácil (la entidad navarra pagó la clausula de rescisión). Le hago más caso al corazón que a la cabeza.
“El premio de subir a Primera puede con todo ese cansancio psicológico”
SN: Y su corazón le guarda miles de rincones al Numancia, por supuesto.
Í.P: No tengo un logro deportivo comparable a poder haber ascendido con el Numancia. ¡No existe! Llevaba cuatro años, mi hijo nació allí. Amo la ciudad, la provincia y me sentía en comunión con los valores que los sorianos desprenden. Veía que ese era mi sitio en la Tierra. Hubiese sido lo máximo ascender con el Numancia…
SN: ¿Intentó convencerle el Numancia de que su sitio seguía estando ahí, en Los Pajaritos?
Í.P: Sí, claro que sí. Hasta el último minuto, intentaron convencerme. En mi carta de despedida lo intenté transmitir: era el único sitio al que hubiese ido (a Osasuna). Tuve otras ofertas con economías superiores, pero si salía de Soria, era para volver a casa. Para encontrarme con una vía que dejé a los 13 años. Mi felicidad.
SN: Uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Los Pajaritos llora su ausencia.
Í.P: Salimos varios jugadores que tuvimos un papel destacado. Más que añorar a Íñigo Pérez, se puede añorar lo que aquel equipo pudo conseguir, llegar al último instante con opciones de subir a Primera. Ese estilo enganchó a la gente. Tuve la sensación de que la afición estaba con el jugador. La abracé durante toda la temporada. He sido el jugador de fútbol más feliz del mundo en el Numancia, y es difícil sentirte feliz y contento en un campo de fútbol…
“Veía que ese era mi sitio en la Tierra (Soria)”
SN: ¿Cuál es su manera de percibir el fútbol?, ¿cómo lo entiende usted?
Í.P: Me gusta verlo desde un punto de vista emocional y pasional.
SN: Pues lo disimula muy bien.
Í.P: Siempre que juego, apelo al corazón. Es cierto que al paso de los años, uno se da cuenta de que eso sólo no sirve. Tiene que haber una mezcla entre eso (corazón) y una cabeza fría. Una cabeza que piense, que gestione y que sepa hacer moverte. Disfruto cuando mi equipo tiene el balón y lo utiliza para hacer daño al rival. No marear la perdiz, sino volver a atacar. Soy un enamorado del sufrimiento del rival (ríe).
“Siempre que veo los partidos en Los Pajaritos se me remueven las tripas. Siento nostalgia y envidia de poder jugar allí”
SN: ¿Por qué su privilegiado coco no está enhebrando fútbol en Primera división?
Í.P: Creo que cualquier jugador debería hacerse la pregunta de por qué no ha jugado más temporadas en Primera. Me he realizado esas preguntas y conozco la respuesta: obedece a que por causas que tienen que ver con una lesión en el Athletic, no tuve el nivel que tenía anteriormente para poder mantenerme en ese club. Nivel, todo pasa por el nivel. En cuatro años en Soria se me dio la oportunidad de volver a adquirir un nivel alto. Pecando de modestia, creo que podría haber jugado más temporadas en Primera. No implica que lo haya merecido. No sirve de nada: no lo he conseguido. No me crea frustración.
SN: Sin embargo, en la actualidad, Íñigo Pérez defiende la elástica de un club que anhela regresar a Primera.
Í.P: No debería ser una obligación para Osasuna tener que jugar en Primera división. Durante el año pasado, se cometió ese error, a nivel de la masa social, por los mensajes que se mandaron tras el descenso. De manera inmediata tienes que volver (a Primera) y en diciembre tienes que estar primero. Entonces, creas unas expectativas un tanto irreales. Si no se cumplen, tienes que empezar a manejar esas frustraciones… Este año, se ha corregido ese aspecto. No hay que meterse una presión añadida, pero sí existe. Sabemos cuales son las aspiraciones. Evidentemente, luchar por subir a Primera.
“Disfruto cuando mi equipo tiene el balón y lo utiliza para hacer daño al rival”
SN: ¿Trabaja a gusto bajo la presión?
Í.P: Soy de los que piensa que esas expectativas y esas presiones no son malas. Cuando son reales, debemos aceptarlas. Cuando se pasa hambre, te obligas a querer ser mejor. Lo que dice Darwin: si no espabilas, te caes. Como futbolista me gusta. Me encuentro cómodo bajo ese ambiente.
SN: Arrasate y usted; Íñigo Pérez y Jagoba. Tanto monta, monta tanto. ¡Menuda dupla!
Í.P: El míster fue capaz de ir creciendo al paso de las temporadas en Soria, conociendo a los jugadores y al grupo que tenía. En esas temporadas, ha ido creciendo y matizando su estilo, adecuándolo un poco a lo que tenía. En Osasuna ha hecho lo mismo: ha implantado su forma de jugar y su estilo. Sabe que tiene jugadores distintos a los que tenía en Soria. Cada equipo es un mundo. Se ha ido adaptando y ha sacado lo mejor de cada uno. Costó al principio, pues su fútbol exige solidaridad, generosidad y esfuerzo físico, además de una aplicación alta de la técnica.
SN: Sin embargo, en el 11 de Arrasate, la figura de Íñigo Pérez ha perdido relevancia en este tramo de la temporada.
Í.P: Entiendo esa suplencia. Si uno quiere crecer, no se puede mentir a sí mismo. Soy realista. Después del parón que tuve, dos meses, sé que no volví a mi mejor nivel. A parte, cuando yo jugaba al principio, el equipo ganaba en El Sadar, pero fuera no ganaba. A raíz de mi lesión, el equipo empieza a mejorar, a jugar bien y a ganar partidos. Nadie es imprescindible en esto del fútbol. El equipo está muy bien y los jugadores que están jugando en el centro del campo también lo están. Ojalá sea una temporada en la que me toque participar poco, pero porque a nivel colectivo sea prácticamente imposible hincar el diente. Ya me pasó en el Athletic de Bielsa… Todo pasa por ayudar. Ahora mismo, me toca esperar mi oportunidad; el equipo va como un avión. Estamos todos enchufados.
“Si uno quiere crecer, no se puede mentir a sí mismo”
SN: Y este domingo, Numancia-Osasuna. Fiesta de la buena.
Í.P: Espero un encuentro en el que el Numancia va a intentar llevar el peso del partido. Pero, claro, nosotros también lo vamos a intentar. Por lo tanto, ahí ya hay un choque de fuerzas. Espero un partido bastante cerrado, en el que además de igualado sea vistoso. ¡Qué disfrute Los Pajaritos con un buen fútbol!
SN: Por cierto, ¿cómo ve a su ex?, ¿cuál es su análisis sobre el Numancia de López Garai?
Í.P: Sigo al Numancia. Siempre que veo los partidos en Los Pajaritos se me remueven las tripas. Siento nostalgia y envidia de poder jugar allí. Veo que en casa dominan los partidos, siendo capaces de mover la pelota con mucho criterio. Llegan a la zona de tres cuartos con una facilidad que sorprende. Quizás, en la faceta de las áreas, es donde tengan un margen de mejora más alto.
SN: ¿Se atreve a dejar la puerta entreabierta?
Í.P: Me encantaría volver a defender la camiseta del Numancia. Me gustaría muchísimo. Siempre tomo las decisiones en función de mi intuición y de mis emociones. Pero, claro, es como el que dice que quiere subir a la luna. Voy cumpliendo temporadas y años. Aquí (en Osasuna) tengo un contrato largo y estoy contento. Si no puedo volver como jugador, algún día quiero ser entrenador. Así que… Lo que sí tengo claro es que a Soria vuelvo. Ojalá dentro de unos años pueda afincarme de nuevo allí.