El alcalde de Soria reconoce que "tengo un pronto malo, pero no soy rencoroso” en una entrevista personal e intimista.
Pregunta: ¿Qué es lo último que hace antes de acostarse?
Respuesta: Ahora leer con los peques. Soy de dormir poco, pero en esta última etapa intento acostarme con ellos y leer un poco con ellos. Ahora el pequeño está aprendiendo a leer y ya lee él. Me gustaba mucho leerle el Principito, pero ahora son ellos los que eligen y hay mucha variedad… Yo duermo muy poco y a las 4 o 5 de la mañana ya estoy leyendo la prensa del día.
P: Cuando tiene una tarde libre, ¿a qué le gusta dedicarla?
R: En esta época, a la pesca. Irte al río y pasar una tarde de pesca, solo o con los amigos. La plomada no me va, me gusta más disfrutar río arriba, fundamentalmente en el Razón o en el Tera. Si en estos dos meses saco alguna tarde, tendrá que ser para eso.
P: ¿Libro o película? Recomiéndeme alguno.
R: Libro. `El hombre que amaba a los perros´ de Leonardo Padura. Es sobre la vida de Trosky hasta su asesinato en México.
P: ¿Qué música pone cuando se ducha?
R: Fundamentalmente radio. Me gusta mucho la radio, los informativos y si quiero relajarme Radio 3. Para la música soy un clásico, me gusta mucho Rosendo, aunque cada vez más disfruto de otro tipo de música como de la música indie.
P: ¿Cómo era en el colegio?
R: Depende a quién se lo preguntes... (ríe). El tercer hijo de cuatro hermanos, el pequeño de los chicos y, por tanto, en una familia numerosa y muy piña, eras lo revoltoso que tenías que ser. En una familia numerosa tienes que ser movido. Yo recuerdo mi infancia como uno de los momentos más felices del mundo, con muchas carencias, seguro, pero desde la realidad de haber sido plenamente feliz. Algún día me gustaría tener capacidad para escribir algo y empezar diciendo “Mi barrio huele a galleta”. Recuerdo salir de la escuela, el olor a galleta del barrio, jugar con los amigos hasta altas horas de la noche a la patada, al bote, al Oeste por todas las casas de La Barriada… Esa felicidad te hacía ser un chico normal pero muy distinto a los que tenemos ahora. En La Barriada éramos un poco rebeldes (vuelve a reír).
P: ¿Quién es la persona que más ha influido en tu forma de ser?
R: Supongo que mis padres. Me enseñaron el sentido común, la honestidad y la humildad. El no sentirte más que nadie, pero tampoco menos. Me enseñaron a no bajar los brazos, aunque las cosas te salgan mal a la primera.
P: Y qué no le enseñó nadie y tuvo que aprenderlo a base de palos.
R: La política. Nunca deja de sorprenderte lo perverso que puede ser el juego partidista y eso duele. En ocasiones he pecado de ingenuidad y me las he llevado en los dos carrillos. Aunque creo que eso es bueno porque demuestra que no has perdido el fondo del asunto. Yo recuerdo cuando empecé en todo esto de rebote, cuando llegaba a casa veía que mi madre lo pasaba mal porque se me acusaba de cosas que hacían sufrir a la gente de mi entorno. Y eso duele. ¿Hasta qué punto tiene que sufrir alguien de tu entorno porque tú tengas esta dedicación?
P: Dígame algo que no soporte.
R: La mentira y la traición, aunque soy un poco gaseosa en ese sentido. Es verdad que puedo tener un pronto malo, que lo tengo, pero no soy rencoroso. Después de ese pronto malo intentamos corregir, buscar una solución si lo tiene, pero las cosas no me duran mucho tiempo.
P: Un lugar al que haya viajado y que le haya impresionado.
R: Nueva York. He estado dos veces por motivos de trabajo y con muy poquito tiempo libre, pero sorprende... ¡es tal y como se ve en las películas! Yo me quedé flipado.