En la Tribuna de invitados se sientam Javier Ciria, Carlos Poza y Félix Puebla, analistas electorales.
Muchos recordaréis como hace no mucho la provincia de Soria repartía 3 escaños en las elecciones al Congreso. El primer año que se tuvo que aplicar el mínimo marcado por la Constitución, de dos escaños por provincia, fue en las elecciones del 9 de marzo de 2008. Y una de las causas clave de esta bajada de escaños es la despoblación que ha sufrido la provincia durante los últimos comicios. Mientras que en 1977 vivían en Soria 107.713 personas, en 2018 lo hacían únicamente 89.738, llevado a porcentaje; un 16,7% menos. Como podemos ver la despoblación tiene también efectos electorales los cuales nos afectan a todos.
Tenemos que señalar lo que llamamos el “precio del escaño”, que es el resultado de dividir el número de electores en la provincia, entre los escaños que reparte. Cuanto menor sea el resultado, más barato será el escaño y por consiguiente más “valdrá” el voto del ciudadano. Podemos decir que un escaño barato es el resultado de que los votos de dicha circunscripción tengan más peso por ciudadano, como es el caso de Soria, donde el voto de los sorianos cuenta más en su traducción a escaños que el voto de la mayoría de provincias. En la otra cara de la moneda este efecto tiene varias implicaciones; nuestro voto vale más pero al solo repartir dos escaños dificulta que los electores voten a partidos minoritarios ya que es probable que estos votos no se conviertan en escaños.
¿Y qué pasa con los más jóvenes? ¿Tienen el mismo peso a la hora de votar en Soria que en provincias más pobladas? La verdad es que los datos nos dicen que no. Los jóvenes sorianos (entre 18 y 29 años) poco pueden hacer para influir en la asignación de los dos escaños que se reparten, porque necesitarían ser hasta 4 veces más para llegar al “precio de su escaño”. Esto puede influir directamente en las propuestas que los partidos políticos realizan durante sus campañas electorales y que van dirigidas a este grupo de edad. Porque, con tan poca fuerza como grupo de edad, no interesa captar su voto.
En el gráfico, se puede ver cómo esta tendencia es parecida en las provincias más despobladas, siendo Soria la más afectada (ya que la barra que representa a los jóvenes de entre 18 y 29 años sobrepasa el 4). Para el resto de grupos de edad la proporción se va acercando a 1 (lo que significa que si todas las personas del grupo de edad votasen a un mismo partido se llevarían justo un escaño).
Todo esto se debe en parte a la pirámide poblacional que hay actualmente en España, donde hay muchos menos jóvenes que población adulta. Pero además, el sistema electoral que tenemos, donde la circunscripción es la provincia, acentúa dicha situación en las menos pobladas y hace que el voto de los jóvenes cuente aún menos.
A modo de conclusión podemos destacar que, dentro de nuestro sistema electoral, el cual es proporcional, se producen una serie de desajustes infundados o mal atribuidos a la ley D´Hondt. Porque la desproporcionalidad del sistema es fruto principalmente de tener a las provincias como circunscripción electoral. Y en nuestro caso, Soria, genera la contradicción de que nuestro voto valga más a nivel nacional, pero a la vez la proporción de los jóvenes para influir en los escaños, se vea afectada negativamente por repartir solamente dos.