Igor Sanz y Nuria Gonzalo dedican su año a tres personas más que especiales. Su local tiene ese encanto que se deriva de la emoción que han puesto en su preparación. Son los jurados de La Blanca en este 2019.
Al entrar en el local de la cuadrilla de La Blanca se descubre en un primer golpe de vista todo el trabajo que han volcado en su interior el equipo que forman jurados y colaboradores. No falta detalle. “Hemos querido que todo forme parte de la misma historia, la que nos une con la tradición familiar y con el barrio al que pertenecemos, explica Nuria Gonzalo, la sonriente jurada.
Su compañero de vida y la otra mitad en esta aventura, Igor Sanz, enriquece la explicación añadiendo que “este año hace 40 años que fueron jurados mis padres. Hace muchísimo tiempo que llevábamos pensando en ser jurados y no queríamos dejar pasar una fecha tan señala para todos”. Así pues, era ahora o ahora y, además, tienen la suerte de representar a los vecinos de un barrio que conocen bien, “desde pequeñito he vivido en esta cuadrilla, todos los años hemos entrado en fiestas en esta cuadrilla y nuestras familias también conocen este barrio perfectamente”.
Con todos estos lazos, los jurados sabían muy bien lo que les hacía ilusión y sus “jefes de obra” han conseguido elaborar estancias repletas de significado. “En un lado tenemos la Plaza de Toros con un burladero pensado expresamente para que los vecinos puedan hacerse fotos. El otro espacio lo hemos dedicado a la Dehesa con el Árbol de la Música y la Soledad, además de un recuerdo especial para Delfín, el hermano de Nuria que falleció hace cuatro años, y mis padres que han motivado todo esto”, explica el jurado visiblemente emocionado.
El equipo cumplió la misión de la decoración y también ayudan a templar los nervios. “Tenemos expertos en San Juan y en su protocolo por eso nos sentimos completamente respaldados”. Igor y Nuria no olvidan un agradecimiento especial a los jurados salientes, “Paula y Álvaro nos han ayudado muchísimo”.