La curiosa historia del soriano que susurraba a los pichones

No enseñamos su rostro por petición expresa del protagonista. No quiere que "le lluevan las críticas" porque, asegura, no somos los primeros que nos acercamos a saludarle pero sí los únicos que, por esta mañana, lo hacemos con una sonrisa y no con reproches.

Según las ordenanzas municipales está prohibido dar de comer a cualquier tipo de animal sin dueño en la vía pública pero nuestro 'susurrador de los pichones' explica que "todo el mundo habla de lo que no sabe, es gratis y nos creemos con el derecho de dar nuestra opinión sobre cualquier cosa".

Las palomas se suben en las manos de este hombre de avanzada edad buscando el pienso que en ellas se oculta. Lo hacen por turnos, guiados por él, e impacientes los pichones esperan su momento. Agitan las alas y alzan el vuelo pero deberán guardan orden riguroso de acceso.

"Fui profesor de un colegio de educación especial y los hemos criado desde que salieron de los huevos", explica nuestro protagonista para seguir justificando su acción, "no saben comer solos y por eso vengo preparado para darles de comer".

Parece que las aves lo saben, se arremolinan en torno a este ser humano buscando el alimento. Nosotros nos alejamos, sin saber a ciencia cierta si la historia que nos ha narrado el 'susurrador de los pichones' es cierta o no pero con la sensación de que merecía ser contada.