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Annus horribilis: irregular y bochornosa temporada para olvidar

Annus horribilis: irregular y bochornosa temporada para olvidar

Actualizado 21/06/2019 09:39
Bernat Díez

Análisis deportivo y extradeportivo de la campaña 2018-19. Dos días después del cierre del curso, se visibilizó el borrón y cuenta nueva. Cayó Aritz López Garai, que no conectó jamás con la grada en el segundo peor año del club rojillo en el Fútbol Profesional.

Beber para olvidar. El Club Deportivo Numancia necesita grandes dosis de olvido para resetear una irregular temporada 2018-19, la sexta peor de la entidad en el Fútbol Profesional (cuatro de ellas estando en Primera) y su segunda más pobre en Segunda. Con un aprobado raspado, la escuadra de Soria sobrevive un año más en la LFP, y ya van 22 cursos. En un ejercicio marcado por los vaivenes deportivos (de los play-off de ascenso en la 2017-18 a la pura lucha por la salvación en la 2018-19) y los extradeportivos (la propiedad ha pasado a otras manos), el Numancia cumple con el objetivo y se matriculará por vigésimo tercera vez seguida en el Fútbol Profesional el año que viene.

Los Pajaritos pedía depurar responsabilidades. La bochornosa temporada del Numancia no tardó ni dos días (después del cierre ante Las Palmas en Soria) en cobrarse su primera víctima. Caía Aritz López Garai. El ya exentrenador numantino ha estado sometido asiduamente a una caza de brujas. La grada, que es soberana, no le ha pasado ni una. Una abultada parte de la afición, que no entendía ni el estilo ni el proceder de Aritz, y el técnico, que no comprendía los silbidos, no se han amado jamás.

Se ha de valorar la nueva permanencia del Numancia, ¿pero a qué precio asciende esa salvación? Lectura rápida, la decimoséptima posición y los 49 puntos registrados en la campaña 2018-19 no dan para sacar pecho. Con los números sobre la mesa, el de López Garai es el segundo peor Numancia en Segunda división. Tan sólo empeora esas puntuaciones el Numancia de la temporada 97-98 (decimoséptimo con 47 puntos).

Sin haber ocupado nunca las cuatro plazas de descenso a lo largo de este curso, al Numancia le ha salido barata la permanencia. Un chollo, a pesar de que “nos hemos movido más de lo deseable por la zona baja de la tabla”. No le ha hecho falta situarse en barrera de los 50 puntos, eje virtual en Segunda para cerrar la salvación.

Una realción rota

24 (integrantes de la actual plantilla), en libertad con cargos, dos exculpados (Adrián Ripa y Luis Valcarce fueron despedidos con manteos) y dos condenados a cadena perpetua, Moisés Israel, presidente del club, y López Garai. Al primero le ha pasado factura el reparto de dividendos en su primer año de gestión; sobre el segundo, al que se le señala como el máximo responsable del retroceso futbolístico del Numancia, ha recaído la ira de la afición numantina, evidenciada con el “Garai, vete ya” y el “César (Palacios), échalo” durante el último encuentro doméstico.

El ambiente se ha ido enrareciendo a medida que transcurrían las jornadas. El Numancia 2018-19 no ha satisfecho las expectativas de la grada. Esta temporada, “no hemos estado lúcidos”, analizaba López Garai. Dos situaciones colocan la tilde en una relación rota tempranamente: al ‘Pichu’ Atienza, otro que ha recibido continuos palos, le reprochan su actitud tras el Numancia-Mallorca (14/04) y la espera de un sector a López Garai para pedirle violentas explicaciones nocturnas en el desenlace del Numancia-Deportivo (26/04). Tenso mes de abril en Soria, el cual agudizó las desavenencias entre la grada y la escuadra numantina.

Estilo en entredicho

López Garai no ha conectado con la grada, tan oíble y real como una música de viento contra él que ha ido a más cada vez que pronunciaban su nombre por megafonía. El técnico del País Vasco ni ha podido ni ha sabido trasmitir su versión romántica: posesión a toda costa y atacar mediante el balón, aunque eso comportase desprotegerse en la retaguardia dejando más espacios. A su Numancia le superó ese estilo, pues le ha faltado profundidad, un ataque más definido, una línea trasera más compacta, eficiencia globalizada y fluidez a la hora de mover la amante de Aritz, el balón.

La testarudez del técnico vasco, la filosofía con la que partía, tuvo que ser modificada. Algo no iba bien tras el Numancia-Córdoba (3-2), últimos capítulos de la primera vuelta. Con nieve y hielo en un frío Los Pajaritos, “para mí no es un suicidio que los centrales se pasen el balón entre ellos y al portero. Yo lo que quiero es que jueguen al fútbol. Vamos a seguir jugando, ya lo he dicho siempre. Eso no va a cambiar. Soy así”, manifestaba López Garai.

Ese romanticismo reculó. Debido a las circunstancias, el Numancia se volvió más simple, vulgar y ramplón. Lo único que permanecía en pie del estilo de Aritz era el dibujo: 4-3-3. El descenso acechaba y se debía completar la misión que le había sido encomendada, la permanencia, alejada de un conjunto que solo fue capaz de establecer su mejor racha de la temporada con un empate (Osasuna) y dos triunfos (Extremadura y Zaragoza) a finales de septiembre y principios de octubre.

Nueve puntos de inflexión en la segunda vuelta, para contrarrestar las llamas del infierno con agua purificadora. Las victorias sobre el Granada, Alcorcón y Reus (descendido en los despachos) arreglaron ligeramente los descosidos del cuadro numantino, tocado, herido y bloqueado. Mención aparte merece lo desarrollado a domicilio, donde la bella durmiente ha dado tumbos. Una victoria en 21 partidos destapó la caja de los truenos en Soria, que perdió rápidamente la paciencia con uno que quería jugar y no pudo, Aritz López Garai.

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