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La particular historia del músico vasco de El Collado

La particular historia del músico vasco de El Collado

Actualizado 23/08/2019 14:34

José Casado es músico profesional pero hoy se ha convertido en callejero. Ha sacado su guitarra a la calle para "probar la experiencia". Te contamos su historia.

El centro de Soria guardaba esta mañana una grata sorpresa para los viandantes. Se escuchaban acordes de música melódica, interpretada con calma y con el cariño de quien no espera.

Siguiendo la canción hasta una esquina de El Collado, sentado en un bordillo, se descubría entre la multitud de veraneantes una figura extraña. Un músico acompañado únicamente de su guitarra. Una cara desconocida para los habituales del entorno.

Nos sentamos junto a él. Queremos conocer su historia y con la respuesta de una sonrisa se inicia una conversación que entraña respuestas sorprendentes.

El nombre de este músico es José Casado. Él, aunque esto resulta evidente para quien escucha el resultado de sus dedos al acariciar el instrumento, explica que es músico profesional. "Soy profesor de guitarra en Bilbao, me dedico a la música", cuenta un poco extrañado por el interrogatorio improvisado.

Ha llegado a la provincia siguiendo el árbol genealógico familiar pues "mi madre es de ascendencia soriana y estoy pasando unos días en Vinuesa gracias a la hospitalidad de un amigo que me ha permitido quedarme en su casa", narra.

170 kilómetros en línea recta que le han permitido mucho más que hacer turismo, superar su aguda timidez y lanzarse a "probar una experiencia" que "llevaba tiempo imaginando". Así, señala que, aunque la funda abierta de su guitarra invite a la generosidad de los sorianos, "mi objetivo no es ganar dinero".

Mejor que sea así, pues la recaudación de la mañana apenas supera los 5 euros, sumando las monedas de 50, 20 y 10 céntimos (que son las mayoritarias en la funda negra de la guitarra). También se localiza a algún generoso anónimo que se ha lanzado con un par de monedas de un euro pero "de momento, estoy ganando mucho más con las sonrisas de los niños que se paran a escucharme escondidos detrás de las piernas de sus madres", afirma entre la poesía y la broma.

En unos días, o quizás esto suceda esta misma tarde, José se despedira del centro de la capital y marchará sin dejar huella. En su casa no saldrá a tocar a la calle porque "todavía se mantienen ciertos prejuicios respecto a los músicos callejeros". Prefiere que sus alumnos le sigan viendo únicamente como su profesor y, después de esta experiencia con los medios, volver al cómodo anonimato y no exponer a su guitarra clásica a la incertidumbre de la calle.

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