Una acción solidaria acerca los colores del club adnamantino al sur del globo terráqueo. La entidad soriana ha mandado unas 50 camisetas al ‘Proyecto Tanzania’. Carolina del Amo, soriana voluntaria en ese país, se las ha enfundado a los niños de la zona.
Tanzania es más blanquiazul que nunca. Pero, no gracias a los colores de la Real Sociedad o el Espanyol de Barcelona, sino a partir de la generosidad textil de la Sociedad Deportiva Almazán. La entidad adnamantina ha enviado unas 50 elásticas al ‘Proyecto Tanzania’, donde la soriana Carolina del Amo Álvaro, voluntaria en dicha acción humanitaria, se las ha enfundado a los niños tanzanos en un colegio de Bunda (ciudad tanzana). Esta mañana, los de la Villa del Mueble, con mucha "ilusión", han dado fe de ello mediante sus Redes Sociales.
Juan Carlos Aguilar, responsable de la coordinación de la SD Almazán, empaquetó unas 50 camisetas; todas blancas, con el escudo del club y con el logo del bar La Muralla. El merchandising, a modo de paquete urgente, ponía rumbo a Tanzania. Las camisetas han ido a parar al continente de África, donde la parte sur del globo terráqueo es hoy un poco más del Almazán. "Con poco se puede arrancar una sonrisa a esos niños", se congratulaba en Twitter el community manager de la SD Almazán. Los tanzanos y las tanzanas lucían los colores de la entidad adnamantina. La SD Almazán, testigo indirecto del primer proyecto de cooperación que se realiza en Bunda, impulsado por 'Proyecto Tanzania'.
Alberto Plaza, íntimo de Carolina del Amo y mediocentro de la SD Almazán, ha sido el gancho perfecto. El futbolista ha hecho de intermediario, favoreciendo a que la producción textil adnamantina llegase a su destino.
¿Le habrán jurado los niños tanzanos amor eterno al Almazán? Por ahora, los de la Villa del Mueble ya han vestido a esos pequeños, quienes, a ciencia cierta, desconocían los valores humanos y futbolísticos de este club soriano, militante en el Grupo VIII de Tercera división.
Se trata de un grupo de amigos que ha estudiado junto en el colegio, donde comenzó a realizar voluntariados.
Su aventura comienza en 2016, en San Petesburgo. Fue en ese momento, “cuando nos dimos cuenta que deberíamos empezar a dedicar todos los veranos un mes a ayudar a los más necesitados”, y es por ello que en los años posteriores fueron a Costa de Marfil (2017) y a Burundi (2018). Fue en Burundi cuando, gracias a ASU (Asociación Solidaria Universitaria), vieron la oportunidad de embarcarse en su propio proyecto de ayuda humanitaria en Tanzania. Se pusieron en contacto con uno de los fundadores de ASU (Ignacio Amorós).
Amorós les presentó a un seminarista tanzano que vive en Pamplona, Enock. Ese les comentó algunas de las necesidades más básicas de la zona de Tanzania, en la que él vivía, y fue a partir de ahí “cuando nuestra idea empezó a tomar forma”.
En definitiva, “somos un grupo de amigos cuya iniciativa pretende mejorar en algo un mundo que quiere estar cada vez más comprometido con las acciones solidarias. Por ello, nuestra ilusión es ser un medio que sirva para dar salida al esfuerzo y las ganas de trabajar de un grupo de jóvenes universitarios”, comunican en su perfil social.