En una de sus entrevistas más íntimas, el agricultor asegura que "no soporto las jeringuillas. Me pongo tenso solo de pensar en ellas”.
Pregunta: Cuando tiene una tarde libre, ¿A qué le gusta dedicarla?
Respuesta: Que es eso de una tarde libre... Si pillo una, la dedico a estar en casa, a descansar.
P: ¿Libro o película, qué prefiere? ¿Cuál es el último libro que ha leído o película que ha visto?
R: Depende del libro o la película. Cuando paso por el escaparate de alguna librería, y me llama la atención un título por algo especial, lo compro. Uno de los últimos, una enciclopedia sobre tractores y camiones.
P: ¿Qué música pone cuando se ducha? ¿Canta?
R: No pongo música, y tampoco canto. Hasta espantaría a las nubes, y hace falta que llueva.
P: ¿Una palabra favorita?
R: Amistad y lealtad. Son muy importantes.
P: ¿Le gustan los animales? ¿Cuál es su favorito?
R: Sí. Mi favorito es el perro, tengo tres mastines preciosos, que se llaman Mimosa y Arisca, y un macho que se llama Thor.
P: Si pudiera viajar en el tiempo, donde iría, al pasado o al futuro? A dónde y por qué.
R: El pasado ya pasó. Me quedo en el presente, que es lo que me preocupa, y donde estamos, en Soria. No la cambiaría por nada. He estado en muchos sitios por trabajo, y me quedo en Soria, con sus virtudes y sus defectos.
P: ¿Cómo era en el colegio?
R: Revoltoso. Mal estudiante. Estuve internado en Escolapios desde los 9 años, e iba a casa, a Torreandaluz, cada tres meses. Fue un golpe muy duro abandonar el pueblo, cuando en la escuela estábamos 14 niños.
P: Recuerda a algún profesor, de manera especial? ¿Por qué?
R: Al ‘Huevo’, al padre Félix, porque nos llevaba firmes.
P: Un poco más mayor...¿Era muy fiestero?
R: Mucho. Recorría las verbenas de todos los pueblos. Era el ocio que teníamos en los pueblos. Y entonces las fiestas se espaciaban más en el tiempo, no como ahora que se concentran en agosto. Antes empezabas en San Gervasio, en junio, y terminabas en octubre, en El Pilar.
P: ¿Quién o quiénes han influido más en tu forma de ser?
R: Mis padres, que me transmitieron la importancia de la honradez en la vida; y la educación de los Escolapios, donde, a pesar de todas las cosas, nos enseñaron unos buenos valores.
P: ¿Y qué no le enseñó nadie, y tuvo que aprenderlo a base de palos?
R: La paciencia y la esperanza. La experiencia vivida con el grave accidente que sufrió mi hijo fue tremendamente dura, y no había otra cosa que la paciencia y la esperanza.
P: ¿Cuál es el mayor fracaso de su vida?
R: No lo sé. Siempre hay cosas que nos salen bien y mal. Pero lo que no sale bien no se puede considerar un fracaso. Sirven para aprender, para seguir adelante y mejorar.
P: Dígame algo que no soporte.
R: Las agujas de las jeringuillas. ¡Buff! No puedo con ellas, es imposible. Pánico es poco, lo siguiente... No puedo hacerme analíticas... Ya me estoy poniendo tenso solo con hablar.
P: En qué rincón de la provincia le gusta perderse. ¿Por qué?
R: El Cañón del Río Lobos, cuando no hay gente.
P: ¿Cuál es su momento favorito del año, el más especial?
R: Cuando recojo la cosecha. Es un momento tremendamente emocionante y de tensión para un agricultor, unos días muy protocolarios en los que se recoge el fruto del trabajo de todo el año.