La opinión de Roberto Vega, entrenador de base.
La casualidad me llevó hasta Antonio, teatrero de Sotillo del Rincón, propiciando la conversación que provocaría la envidia de Cronos.
Analizamos la situación del teatro aficionado, el de los inicios, el que se inocula desde edades tempranas; el que parte, nada más y nada menos, de una sencilla recitación, de una puesta en escena elemental, ese que acoge en un modesto espacio diáfano de algún lugar a todos (desde infancia, a veteranía).
La casualidad también me guió a la conferencia que Isidro Ferrer Abizanda impartiera, en la semana de las nuevas estrategias contra la enfermedad de Alzheimer. La Asociación de Familiares que dirige Carmen Ruiz, activa y original desde aquella subasta de obras de arte de generosos artistas allá en el año 2000, nos acercó a todos la aún escurridiza maldición de "las proteínas amiloide y tau; la herencia sólo afecta a un 5% de los casos tratados; porque están afectadas la corteza cerebral (estadios 1 al 6) y el núcleo basal de Meynert; y los fármacos no curan, sólo palían o reactivan al paciente".
¿Cómo trabajar el teatro? ¿Desde la edad escolar, en asociaciones? ¿Se está trabajando el teatro? ¿Cómo curar el Alzheimer? Ay… ¿Con vacunas, nanotecnología, desde el desvalido Centro de Día, desde las familias?