Cuando los proyectos no se cumplen

“Entre que acabé los estudios y encontré un trabajo que me permitiese vivir con estabilidad, no he podido centrarme en la posibilidad de formar una familia. Ya ‘mayor’, me he decidido a intentarlo y no hay manera. Es una situación desesperante, y solo con pensar en ello siento tanta ansiedad…”

Cuando las ilusiones, los proyectos o expectativas de uno mismo o de los demás no se cumplen se sufre, y mucho. Este estado emocional, que definimos los psicólogos como frustración, es una vivencia, ya que ante el mismo hecho hay reacciones diferentes en función de la persona, y de la forma que tiene de aceptar esa realidad, que es la de que no es como desearía, y hay que asumirla en lugar de enfadarse con uno mismo, con la situación o con los demás. Es, en definitiva, un evento interno, como un deseo, con un evento externo o circunstancia externa. Manejar la frustración es poner la energía para aceptar el evento interno, manteniendo una posición de calma y responsabilidad de uno mismo, en relación con las circunstancias del entorno, sobre las que poco se puede hacer.

La vida, desde niños, nos pone con alguna frecuencia frente a situaciones de frustración. Por ejemplo, cuando la hermanita no quiere jugar a lo que el otro quiere. En esta, como en otras situaciones, puede que la cólera sea el resultado de la frustración como experiencia. En estas situaciones, la tarea del padre es ayudar a comprender y aceptar que esa es la realidad, y que el otro tiene sus propios límites.

A un nivel diferente, por ejemplo, hay que ayudar al niño a entender que no es él quien hace girar al mundo para que se haga de día o de noche, sino que es el propio mundo el que gira independientemente de su voluntad.

Ya como adultos, cuesta gestionar estas vivencias, que en muchas ocasiones condiciona nuestro estado emocional, e incluso a nuestro entorno y relación con los demás.

www.centropsique.com

[email protected]

T: 691 279 128/ 975 04 30 47