El instituto lleva acudiendo al cementerio del Espino desde 1967, de manera ininterrumpida, recordando al insigne profesor sevillano, emblema de la ciudad.
El 22 de febrero de 1967, meses antes de que el centro pasara a denominarse ‘Instituto de Bachillerato Antonio Machado (Orden Ministerial de 21 de septiembre de 1967), estudiantes del que era el único instituto de la provincia, impulsaron junto algunos profesores, como Amparo Gaya Nuño (de Ciencias Naturales), Félix Herrero Salgado (de Lengua Castellana y Literatura) y Juan José Ruiz Cuevas (de Filosofía) la ascensión ritual al alto Espino para leer los versos del poeta y depositar un ramo de flores ante la tumba de Leonor.
Como es sabido, este sábado 22 se cumple el 81 aniversario de la muerte en Colliure (Francia) del poeta, sevillano de nacimiento, referente universal de hombre bueno, y estandarte de la provincia soriana por colocar su nombre y su paisaje a la altura de cualquier otro referente literario globalmente conocido.
Una comitiva de alumnos y profesores del centro que recibe su nombre en la capital, el IES Antonio Machado, como es tradición desde febrero de 1967, ha subido sobre las 11:30 horas al cementerio de la capital para conmemorar, al pie de la sepultura de Leonor, el aniversario de su muerte y, sobre todo, a mantener viva su memoria y su legado en un centro que tanto le debe, dando así continuidad a un rito que ya forma parte de la idiosincrasia del histórico instituto.
Si bien en los primeros años fue el alumnado de los cursos superiores el que subía al cementerio, en las últimas décadas, han sido los alumnos de 1º de ESO los que han subido hasta El Espino, para recitar, junto a la tumba de la esposa del poeta, algunos de sus versos más conocidos y más directamente relacionados con la muerte y el recuerdo de Leonor, y con la pureza primitiva de la ciudad y los paisajes de Soria.
El acto, sencillo pero emotivo, ha consistido en la colocación de un ramo de flores en la tumba de la esposa del poeta y en la lectura de alguno de los poemas de su obra ‘Campos de Castilla’ que más lo vinculan con ella, con Leonor, y con Soria, a la que legó el inmenso regalo de una imagen lo más pura posible.
Estos alumnos continúan el encargo que el insignde hiciera a su amigo José María Palacio en ‘Campos de Castilla’:
“Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? (…)
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra…”
El centro busca así un doble objetivo. Por un lado, hacer evidente que su vinculación con el instituto permanecerá siempre presente, y por otro que, en su paso por Soria, su esposa Leonor y el centro educativo en el que desempeñó su labor ocuparon un puesto central.