Por primera vez en una década Soria ha conseguido mejorar sus cifras de población. Gana vecinos la capital y muchos pueblos de los considerados importantes. Pero la cifra llamativa aparece al analizar los datos de los municipios pequeños. Nombres como el de Yanguas o Sotillo del Rincón aparecen para despertar la ilusión sobre su futuro.
Soria, por primera vez en diez años, ha ganado población. En doce meses, los que transcurrieron entre el 1 de julio de 2018 y la misma fecha del año 2019, la provincia ha pasado de 89.415 a 89.612 habitantes, lo que supone un incremento de 197 personas. Esta tendencia no se daba desde 2010 (también en fecha 1 de julio), cuando se pasó de contabilizar 94.705 personas en 2009 a 94.886 doce meses después.
Este es un cambio de tendencia que viene a paliar la sangría poblacional y alegra doblemente porque en él ha influido decisivamente la situación en los pueblos sorianos.
Tradicionalmente, la capital era el municipio que aglutinaba los mejores datos poblacionales. El éxodo rural propiciaba que Soria funcionase como un gran agujero negro que absorbía la población joven que apostaba por mudarse a un núcleo urbano pero, a la vez, quería quedarse ‘cerca de casa’ para poder ‘escaparse’ todos los fines de semana.
En 2019 esto cambia. Según las últimas cifras del padrón, publicadas por el INE a fecha 1 de enero de 2019, de los 183 municipios sorianos 21 mantienen su población, 101 reducen su número de habitantes y 61 consiguen incrementar la cifra de vecinos.
Entre los que consiguen un dato positivo se encuentran, además de la capital que suma 286 habitantes censados; otros municipios importantes de la provincia como son Golmayo (que gana 58 vecinos), Ólvega (con 30 habitantes más), El Burgo de Osma (que suma 14) y Almarza (que crece en 19 personas).
Pero, lo que llama poderosamente la atención es que pueblos más pequeños también consiguieron comenzar el 2019 en verde. Adradas suma 25 vecinos más, Yanguas 21, Beratón 18, La Póveda 17 y Sotillo del Rincón 10, por ejemplo.
Si la provincia muestra pequeños brotes verdes, la situación en Pinares es alarmante. Tan solo Molinos de Duero consigue ganar algún vecino, todos los demás municipios recortan sus censos.
Las mayores reducciones son las de Covaleda con 40 habitantes menos y Duruelo de la Sierra que pierde 21. Vinuesa, San Leonardo de Yagüe, Navaleno, Salduero o Cabrejas del Pinar engrosan el listado.
La comarca de Tierras Altas, con 2,33 habitantes por kilómetro cuadrado, está considerado el epicentro español de la despoblación. Aún así, dentro de este territorio hay un pueblo que gana vecinos y rompe todas las tendencias del envejecimiento en el ámbito rural.
Es Yanguas y su alcalde, Pablo Febrero, señala que “de las 90 personas que residen aquí de forma permanente, el 75% son cotizantes. Solo hay 5 jubilados y, además, tenemos 8 niños”. Con estas razones no extraña cuando Febrero se pone serio y, sin titubear, sentencia que “somos uno de los pueblos con más proyección a futuro no solo de la comarca, sino de la provincia”.
A orillas del Cidacos y declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico en 1993, el turismo es el motor de la localidad y la hostelería es la primera actividad económica. Además, su ubicación (en el paso hacia La Rioja) y la inclusión del pueblo en la lista de los Pueblos Más Bonitos de España favorecen que cada año lleguen a este punto de Soria 2.000 turistas y la intención de su alcalde es “llegar a los 5.000 al final de la legislatura”.
Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística, el municipio de Adradas ganó en doce meses 25 habitantes, concretamente pasó, según el organismo público, de 44 vecinos en enero de 2018 a 69 en enero de 2029.
Una cifra que, “de ser verdad sería una auténtica alegría”, afirma el alcalde de la localidad, César Huerta para explicar que “el dato que está bien es el del pasado año. Siempre hemos rondado los 70 habitantes, nos mantenemos pero nosotros no podemos decir que nos vaya tan bien.
Este municipio de la comarca de Almazán no ha conseguido darle la vuelta a la despoblación, pero eso no significa que no tenga alguna buena noticia que reseñar. “Una pareja joven con un niño acaba de alquilar una casa del Ayuntamiento. Vivían en Almazán pero el alquiler era muy bajo, nuestras condiciones eran mejores”, explica Huerta.
Como plan a corto plazo, el alcalde apunta a la apertura del Teleclub. “Antes teníamos bar y ahora queremos que venga alguien para encargarse de él” porque afirma que “aunque poco a poco, intentaré que Adradas sobreviva”.
La Póveda de Soria, junto con sus pedanías de Arguijo y Barriomartín y según las cifras del INE a fecha 1 de enero, ha pasado de tener 106 habitantes a 123. Unas cifras que son correctas pero que, según explica su alcalde Rubén del Río, responde a una estrategia de cara a las elecciones. “La Póveda mantiene su población pero, de momento, no hemos conseguido crecer. Lo que pasa es que antes de las elecciones municipales se empadronaron en el municipio una serie de personas” afirma del Río.
Así pues, las cifras del organismo estatal son correctas pero, a día de hoy, no son reales. “Se empadronaron en el pueblo estas personas sin vínculo y se han dado de baja. La situación no beneficia a nadie y mucho menos al pueblo”, señala con contundencia el alcalde.
La Póveda no incrementa su población pero sí mantiene su ambiente. “Tenemos tres pueblo bonitos que tienen importantes recursos naturales, como la micología y la caza. Por eso, el fin de semana tenemos una población considerable”. Eso sí, concluye, “necesitamos que se mantengan los servicios porque si no existen, la gente se va”.
El 1 de enero de 2019 Sotillo del Rincón tenía 10 habitantes más que doce meses atrás. Así lo señala el INE y, de la misma forma, lo descubre quien llega al municipio, que lo forma la localidad que le da nombre, Aldehuela del Rincón y Molinos de Razón.
“En Sotillo hay gente todo el año”, afirma Vanesa García, presidenta de la Asociación Cultural de Sotillo, Aldehuela y Molinos. Para ella, además del aspecto laboral, en el mantenimiento de la población influye de forma decisiva la vida cultural, deportiva y de ocio de un pueblo. “Aquí se hacen muchísimas actividades. De esta forma nadie tiene que irse fuera a recibir una clase de gimnasia, por ejemplo”, afirma.
El pueblo tiene vida y esto ha atraído recientemente a varias parejas de jóvenes. Una de ellas es la formada por Alba y Bernat, dos jóvenes catalanes que decidieron buscar “una vida más tranquila para formar una familia” y la encontraron en Sotillo gracias a “un negocio de miel y embutidos”.
También llegaron María y su pareja. Se pusieron al frente del bar Picorzo y revolucionaron el pueblo.