Un artículo de opinión de Alfredo Vallejo
Cuanto más conozco a Suleimán, más lo admiro. Este labriego es un auténtico genio.
En cuanto me ve me dice a gritos
- Quiero hablar con usted, es urgente. Se me ha ocurrido una idea para hacernos millonarios; los dos usted y yo.
Lo saludo, le invito a un vino. Y me cuenta:
- Esa ley de la “Montera”, esa del no es no y el sí a lo mejor también puede dar mucho de sí.
Lo tranquilizo; le hago ver que en alta política con frecuencia no faltan majaderías y majaderíos.( Lenguaje intrusivo como se dice ahora). Y me cuenta el negocio del siglo:
“Como de ahora en adelante si una chica quiere meter mano a un mancebo (o al revés) se la juegan y bien jugada, he inventado un sistema para evitar el riesgo; no es un condón especial, es un simple talonario de aceptación y AQUIESCENCIA, con firma y rúbrica.
Habrá talonarios de colores para facilitar la objetividad. Blanco, para un poco; uno amarillo, para algo más. Y uno rojo para pisar a fondo. Así se garantiza la claridad.
Además el talonario de las mujeres será en papel satinado por ley; el de los mujeros en papel de estraza. Esto garantiza que ninguno de los dos se pueda volver atrás y denunciar ante el juez al otrootra, pues al comenzar la danza se intercambian previamente su papelillo.
Hay que patentarlo y nos forramos; es sencillo, puede costar poco y se lleva fácilmente. Y un viejo socarrón y malicioso nos cuenta un chiste de gallegos.
“Un gallego en su lecho de muerte dice a sus hijos: Si me muero en el pazo de arriba enterradme en el pazo de abajo; si me muero en el pazo de abajo enterradme en el pazo de arriba.
Los hijos le dicen llorando:
- Para qué, padre, para qué!
- ¡Pajoderus, hijos, pajoderus! “