Carta de un lector a Verónica Casado

Acusar a los sorianos de ser los causantes de la situación tan dramática que están atravesando por esta crisis sanitaria, que golpea tan fuertemente en tantas zonas de nuestro país y allende sus fronteras, por no respetar el confinamiento, es de por sí grave, y requeriría pruebas contundentes que habrían de contradecir además la percepción generalizada de quienes habitamos en esta provincia y ciudad.

Que lo haga la responsable de la Consejería de Sanidad, quien debería ser garante de una asistencia sanitaria adecuada (cuya deficiencia en Soria es ya tan acusada en tiempos comunes) así como de que los profesionales (médicos, personal de enfermería y auxiliar, celadores, personal de limpieza y otros) que están bregando contra esta fatalidad, al punto de poner en riesgo sus vidas, contasen con unos medios de protección adecuados cuya carencia ha provocado estragos entre quienes, en primera línea, hacen frente a esta hecatombe, a quienes jamás podremos agradecer lo bastante el esfuerzo que están realizando para protegernos, responsable perteneciente a un gobierno regional entre cuyas responsabilidades de gestión se hallan las residencias de la tercera edad, de manera directa o indirecta, donde la situación, en términos generales, ha sido, dicho de manera suave, catastrófica , tanto por la afectación deducible a los residentes como en cuanto a las condiciones en que se han visto obligados a llevar a cabo sus tareas los trabajadores y trabajadoras de estos centros, raya el esperpento, o quizás se zambulle en él dado que se realiza durante una declaración institucional.

Qué esto lo diga cuando podemos leer, en medios de comunicación regionales de la misma fecha y de dos días anteriores a sus declaraciones-reproches, que las expresiones dedicadas por miembros del Regimiento de Ingenieros nº1, desplegado en Soria en representación de la Fuerzas Armadas a causa de esta maldita pandemia, respecto de la actitud de la ciudadanía en Soria son del tipo: “una ciudad ejemplar en el mantenimiento de las medidas de confinamiento, y con un encomiable espíritu cívico de sus conciudadanos”, hechas por tanto por quienes han estado colaborando sobre el terreno para el control de la situación, y que dejan por tanto en ridículo las aseveraciones vertidas por aquella, que se tornan de esta manera en insultos sin fundamento, debería, más allá de causarle sonrojo, llevarle a asumir lo que a su entender corresponda dar este trato de vilipendio gratuito a los ciudadanos de esta provincia, pero desde luego exige una rectificación inmediata de amplia difusión con una petición de perdón explicita, máxime cuando ya se viene de declaraciones de tan egregia política respecto de la inexistencia de una situación de alarma en esta provincia, frente a las condiciones opuestas que eran manifestadas por el personal sanitario, lamentables condiciones que parecen constatarse, dada la circunstancia de verse en la obligación de trasladar a una proporción relevante de enfermos en situación de necesidad de UCI a otras provincias