Patricio Arribas Arribas, Médico en el Hospital Santa Bárbara de Soria, agradece en esta carta que cada mañana desde el supermercado les mandan unos pequeños detalles para sus largas jornadas de trabajo. “No es sólo un desayuno, es un respiro”
A todo se acostumbra uno, también a las dificultades.
De un tiempo a esta parte la vida de los que trabajamos en el Hospital ha cogido cierto aire de rutina. Da igual ser auxiliar que jefe de servicio. Llegamos a las ocho aunque nos hemos desvelado a las cinco. Por el camino maldecimos o rezamos con el estómago encogido. Ya todos juntos bromeamos para espantar el miedo, repartimos el trabajo. Todos nos embutimos en capas de plástico y máscaras. Sudando y medio a ciegas entramos en las habitaciones, una a una: a limpiar, a cambiar la cama, a auscultar, a poner medicación… y también a hablar, a coger de la mano, a acercar el vaso de agua, a bromear o dar recuerdos de la familia… Después llega el momento, a menudo muy duro, de hablar por el frío teléfono con los angustiados familiares. Todo huele a lejía y con eso excusamos los ojos llorosos.
A media mañana, como todos los días, aparece un compañero que trae “las bolsas del E.Leclerc” y las reparte puntualmente por todas las plantas. Hoy hay café, leche, unos bombones, unas tortas, galletas y han metido además rotuladores “de enfermera” y tipex. No hay tipex que borre esto pero la bolsa es una excusa para recuperar la sonrisa, para sentarnos frente a frente sin plásticos y comprobar que seguimos siendo humanos. La abrimos con la curiosidad del “papá ¿qué me has traído hoy?”, nos peleamos por el último trozo de chocolate, nos comemos la torta sin remordimientos porque ya la hemos sudado, y volvemos a bromear y volvemos a tener fuerzas y seguimos adelante, porque hay que seguir adelante.
Muchas gracias Pilar, muchas gracias “lecler”. No es sólo un desayuno, es un respiro. De corazón gracias.
Patricio Arribas Arribas, Médico en el Hospital Santa Bárbara de Soria.