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Turismo en Soria. Qué ver en la villa amurallada con más 'paciencia' de España

Turismo en Soria. Qué ver en la villa amurallada con más 'paciencia' de España

Actualizado 12/09/2020 17:26

La villa de Almazán tuvo uno de los recintos amurallados medievales mas importantes en Castilla y León y en España, debido a su ubicación de tierra de fronteras entre cristianos y musulmanes, primero, y entre reinos cristianos más tarde. Todavía conserva parte de los principales elementos y lienzos de esas murallas, y su románico es rico y excepcional.

La afirmación de que Almazán es el pueblo con más ‘paciencia’ de Castilla y León y de España no está desencaminada. Por eso hay que visitarla con calma, en este tiempo de inquietud y nerviosismo, y también porque es una localidad referencial, que hay que conocer, por la importancia de su recinto amurallado medieval, que no solo conserva en una parte significativa, sino que está recuperando, con la liberación de metros de lienzo que estaban ocultos por viviendas.

Su patrimonio cultural es sobresaliente (forma parte de la Red de Ciudades y Villas Medievales de España). Todavía evoca los ecos de las disputas entre los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, y puede ser un buen arranque para recorrer la Ruta de la Frontera del Duero, la Tierra de Nadie que fue la línea soriana del Duero durante los siglos X y XI, en la que los continuos enfrentamientos y escarceos de moros y cristianos hacían pasar los numerosos castillos defensivos de la zona de unas manos a otras: ahora Castilla, ahora Al-Andalus.

Además, es la segunda localidad de la provincia de Soria (tras la capital) con 6.000 habitantes; y su ubicación y acceso es estratégico, a los pies de la Autovía A-15, que conecta con Soria (36 kilómetros) y con la A-2 (Madrid-Zaragoza-Barcelona) en Medinaceli (donde se abre el Valle del Jalón).

La visita al centro histórico de Almazán puede empezar junto a la pasarela peatonal del río Duero. Si vas en coche, puedes aparcar el coche en ese entorno, con la Cuesta de Jesús, calle Henchidero, o el arranque de la Ronda del Duero que sale a la carretera autonómica que va a El Burgo de Osma (CL-116). El recorrido lo inicias en dirección a la Puerta de la Villa, una de las huellas de la muralla medieval, para entrar en la plaza Mayor.

1. Puerta de la Villa y plaza Mayor

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Antes de llegar a la Puerta de la Villa, encontrarás unos establecimientos confiteros, centenarios ya, donde comprar las especialidades de la villa, como son las yemas y las paciencias. Unas galletitas muy duras pero sabrosísimas, que hay que degustar poco a poco, dejando que se vayan reblandeciendo en la boca. De ahí la ‘paciencia’ que traslada esta localidad, plena de serenidad en su callejero. Unas especialidades que puedes encontrar en otros establecimientos hosteleros. Hay que decir que la calidad gastronómica de Almazán es alta, con una oferta muy variada. Lo mejor para tener toda esta información, es ver la web del Ayuntamiento:

https://reskyt.com/es/administracion/almazan

Cuando te encuentres ante la Puerta de la Villa, que a los restos de muralla se ha sumado un añadido con reloj y campana, debes saber que, según diversos autores, Almazán se llamaba ‘Al-mahsan’ en árabe, el fortificado, por lo que destaca por sus murallas. Y es que la primera muralla tuvo origen musulmán, aunque de esa etapa los restos son escasos, tan solo se observan en algunos lienzos.

Alfonso I 'El Batallador' hacia el año 1128, levantó un nuevo cerco. La muralla actual es de finales del siglo XII o principios del XIII, y está formada por dos muros realizados en sillar y rellenos de piedra y argamasa de mortero de cal, una construcción de una gran robustez. Almazán tenía una situación estratégica, entre los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, muy cerca de sus fronteras, por lo que la defensa y la seguridad eran importantes.

En el siglo XIX, con la Guerra de Independencia, la muralla fue derribada. ¡Cuánta destrucción causó esa guerra al patrimonio de la provincial! De las cuatro puertas originales de la muralla de Almazán, se conservan -además de la Puerta de la Villa-, la Puerta del Mercado y la de Herreros. La Puerta de Berlanga se perdió para siempre.

También contaba con tres postigos, de los que se conservan el de San Miguel (reutilizado como mirador) y el de Santa María (junto a la iglesia de ese nombre). El Postigo de San Vicente también ha desaparecido. Al final del lienzo de la muralla que sigue la Ronda del Duero, hacia la salida de la villa, en busca de la carretera que va a El Burgo de Osma, se conserva una torre de defensa llamado ‘Rollo de las Monjas’, por estar al lado de un convento, y donde se supone que había un castillo del que ya no se conservan restos.

Ya en la plaza Mayor, está la iglesia románica de San Miguel del siglo XII, declarado monumento histórico artístico en 1931. Es el resultado de varios estilos e influencias (lombardas, cistercienses y mudéjares, entre otras. En el interior destaca su bóveda de crucero con una llamativa cúpula de influencia musulmana.

Junto al impresionante templo se abre la muralla, con el pequeño postigo de San Miguel, que da paso a un espectacular mirador, que se cuelga para poder contemplar una vista del río Duero bellísima, con el parque de la Arboleda al fondo. Bajo el mirador está el paseo de ronda de la muralla, que llega hasta la torre de El Rollo de las monjas. Si tienes tiempo, recórrelo. Junto al Rollo se ubica el antiguo convento de Santa Clara, del XVII. La congregación religiosa de las clarisas lo dejó en 2003. Hoy es de propiedad privada y de uso hostelero.

Pero antes, también en la plaza Mayor, y apoyado sobre la muralla hacia el Duero, está el palacio de los Hurtado de Mendoza, en el que se hospedaron los Reyes Católicos en las visitas hechas a Almazán. La fachada que se asoma al Duero es de finales del siglo XV, con una bella galería de estilo gótico isabelino; y la que da a la plaza es renacentista del siglo XVI. En el propio palacio, a la derecha, está el Centro de Recepción de Visitantes, donde recibirás toda la información turística que necesites sobre la villa, en este inicio de la visita (puedes consultar este enlace del Ayuntamiento sobre qué ver en Almazán )

El centro también acoge el llamado Tríptico de Almazán, unas tablas de pintura policromada del autor flamenco Memling, del siglo XV; y junto al palacio están las esculturas de Diego Laínez, seguramente, el hijo de Almazán más ilustre, y la del zarrón (un popular personaje de las fiestas locales de San Pascual Bailón)

El Ayuntamiento está en la plaza, que está porticada. Por cierto, a los vecinos de Almazán se les llama adnamantinos. Se dice que es porque Almazán, en la época romana se llamó Adnumantia, que significa algo así como ‘hacia Numancia’, el emblema celtíbero más conocido que está en Garray, a escasos kilómetros de la ciudad de Soria.

2. Puertas del Mercado y de Herreros. Recorrido por la villa histórica

Desde la calle Palacio, que comienza junto al palacio (como no puede ser de otra manera), en dirección a la salida del pueblo, es decir, al Rollo de las Monjas, se pasará por la antigua iglesia de San Vicente, con cabecera y portada románica, ahora reconvertida en centro cultural. De aquí, por la calle Fraile se llega a la plaza de los Olmos, donde está el centro cultural Tirso de Molina, un palacio del siglo XVI y XVIII.

Desde esta plaza de los Olmos se sale -están contiguas- a la plaza de San Pedro, donde está la iglesia de San Pedro, de estilo herreriano; y aún se puede subir por la calle Campanario, hasta la iglesia de Nuestra Señora del Campanario, románica de principios del siglo XIII.

Desde este punto, por la calle Junto Campanario, se llega a otra de las puertas medievales, la puerta del Mercado, fuera ya del casco urbano, que da acceso al camino que lleva al cementerio. Por aquí coincide que está el trazado de la Cañada Real Soriana Oriental, que parte de Soria y llega a Sevilla, después de casi 800 kilómetros que realizaban los ganaderos de la trashumancia.

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Y desde esta puerta también se puede ir al parque del Cinto, en lo más alto de la villa, y un buen mirador, donde sigue habiendo restos de murallas y están Las Tres Cruces. En este cerro estuvo, en el siglo X, un castillo musulmán con el que vigilaban el Duero, esa frontera que dividió durante los siglos X y XI las tierras musulmanas y las cristianas. Hay que ir bajando, callejeando, en busca de la puerta de Herreros, la tercera puerta medieval que se conserva.

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Y desde esta puerta se llega a la iglesia de Santa María de Calatañazor, en la plaza que lleva su nombre. Es un templo de finales del XVI, austero y robusto, con una bien dimensionada torre. La iglesia guarda unas espléndidas bóvedas de crucería y retablo romanista del XVII, tallado y pintado por los artesanos que trabajaron en la catedral de Sigüenza. Por una de las callejuelas de la plaza de Santa María está el último de los postigos que queda por conocer, el postigo de Santa María, que se hace paso en la muralla. En esta zona, en el lado que da hacia la travesía de la N-111, el Ayuntamiento está recuperando metros de muralla, quitando las viviendas adosadas que se construyeron sobre el muro.

De nuevo en la plaza Mayor, que está a un paso, vamos hacia el punto donde comenzamos la ruta, visitando antes la ermita de Jesús de Nazareno de forma octogonal y de estilo barroco, que acoge la talla del patrón, Jesús Nazareno, que tanta devoción genera entre los adnamantinos, y que protagoniza el acto más impresionante de las fiestas, la Bajada de Jesús, con una atronadora e impresionante traca (más propia de tierras valencianas).

3. Parque de La Arboleda. Esculturas al aire libre

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De nuevo ya junto a la pasarela del río Duero, paralela al puente medieval, la visita se completa por un relajado paseo por el largo parque de La Arboleda, que permite ver, en frente, todo el esplendor del lienzo de la muralla que acaricia el Duero. Se pueden contemplar, diseminadas entre los árboles y rincones del parque una serie de esculturas realizadas 'in situ por prestigiosos escultores nacionales y de diferentes paises, participantes en los sucesivos Simposiums Internacionales de Escultura organizados por el Ayuntamiento, conformando un original Museo de Escultura al aire libre. En la Arboleda, y en su entorno, están las dotaciones deportivas, como el frontón y la piscina cubierta.

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Al otro lado de la travesía N-111, al lado del Duero, en la calle Henchidero, están los restos del convento de La Merced, del siglo XVII. Tras la desamortización, la mayoría de conventos de la villa desaparecen quedando en pie las ruinas de este. Declarado monumento nacional, conserva la fachada barroca con puerta adintelada. Su recinto guarda celosamente uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Almazán, en él está enterrado el gran dramaturgo Tirso de Molina, fallecido en febrero de 1648. La última restauración ha recuperado el claustro compuesto por doble piso, arcos de medio punto y fábrica románica, celebrándose en su interior diversos actos culturales.

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