El Obispo de Osma-Soria, Mons. Abilio Martínez Varea, convocó al Nuncio para conmemorar los 800 años del nacimiento para el Cielo de Santo Domingo de Guzmán.
Mons. Bernardito Auza, Nuncio Apostólico en España, inauguró ayer el Año Dominicano, convocado por el Obispo de Osma-Soria, Mons. Abilio Martínez Varea. El objetivo de este acto fue conmemorar los 800 años del nacimiento para el Cielo de Santo Domingo de Guzmán.
Mons. Auza llegaba a la Catedral de la Villa episcopal, dónde lo recibía el cabildo catedralicio. Tras venerar la reliquia del Lignum Crucis, el Nuncio y el Obispo de Osma-Soria oraban unos momentos en la capilla del beato Palafox.
A las 12:00h comenzaba la celebración de la Santa Misa en la Catedral. Numerosos fieles, provistos de mascarillas y respetando las medidas higiénico-sanitarias, llenaban las naves del templo.
Junto al Nuncio Apostólico y al Obispo de Osma-Soria, concelebraban el Arzobispo de Zaragoza, Mons. Vicente Jiménez Zamora; el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente; el Obispo auxiliar de Bangassou (República Centroafricana), Mons. Jesús Ruiz Molina; y medio centenar de presbíteros.
En su saludo al Nuncio, Mons. Martínez Varea le agradeció su presencia en El Burgo de Osma “para unirse a nuestro gozo y traernos también la palabra del Santo Padre como aliento y estímulo para todos nosotros”. El Obispo de Osma-Soria ha pedido al Nuncio “que se considere como en su propia casa” pues “comprobará que hace falta muy poco tiempo para entrar en el corazón generoso y acogedor del pueblo soriano”. Además, “le ruego que transmita al Santo Padre la expresión de nuestra filial obediencia y los deseos de que su vida y su labor apostólica sigan siendo abundantemente bendecidas por Dios”, concluía.
En su homilía, Mons. Auza felicitaba al prelado oxomense-soriano “por no dejar pasar esta ocasión que pretende contribuir a un mayor conocimiento de Santo Domingo, al incremento de la devoción a nuestra Madre la Virgen y a un mayor afán evangelizador por parte de todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina en Osma- Soria”. El Nuncio destacaba cómo, en el programa de actos para este Año Dominicano, “están en juego todos los medios y estructuras diocesanas”. Tras enumerar los desafíos evangelizadores a los que se enfrenta el cristiano del S. XXI, Mons. Auza concluía: “Sea cual fuere el desafío, un cristiano comprometido con la fe no puede abandonar, no puede echarse atrás”.
“En el conjunto del contexto en que nos encontramos, la nueva evangelización implica la capacidad de discernir o leer los signos de los tiempos, y de analizar y comprender el impacto de las cosas nuevas en nuestra fe, sin rechazar nada de lo que es bueno. En este sentido considero lo acertado del escogido lema por la Diócesis para este Año Dominicano que inauguramos: 'De Dios y con Dios'”, puntualizaba Mons. Auza. El Nuncio también quería recordar que “no habrá nueva evangelización si no tenemos nada que dar. No habrá renovación, no se volverá a encender la fe en los demás, si no se vuelve a encender primero en nosotros mismos”.
Santo Domingo de Guzmán nació en Caleruega, hoy provincia de Burgos, pero entonces territorio de la Diócesis de Osma. Con motivo de la nueva demarcación de muchas Diócesis españolas llevada a cabo a mediados del siglo pasado, Caleruega pasó a territorio burgalés, al que pertenece en la actualidad, pero en la Diócesis se conserva muy fuerte el vínculo familiar hacia esta figura de primer orden. Es patrón del Seminario diocesano e, igualmente, junto a San Pedro de Osma, de toda la Diócesis.
A los 24 años de edad, Santo Domingo de Guzmán fue llamado por el Obispo de Osma para ser canónigo de la Catedral. Aquí, a los 25 años, fue ordenado sacerdote. Durante los años siguientes, tuvo la oportunidad de acompañar al Obispo Diego de Acebes en su gestión de la Diócesis e innumerables misiones, aprendiendo de él a ser administrador a la vez que apóstol. Fue en El Burgo de Osma donde el Señor iba a cultivar y hacer germinar en él aquellas semillas que, sin duda, en un futuro, le serían indispensables para llevar a cabo la misión que tenía preparada para él.