Mentiras oficiales

El Gobierno quiere acabar con la desinformación. Detrás de tal loable propósito, aseguran, se haya la necesidad de evitar campañas orquestadas por poderes extranjeros para desestabilizar España. Pero (intentar) poner al frente del mismo al maquiavélico jefe de gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo, hace presagiar que se trata más de controlar lo que dicen los medios españoles que de una legítima batalla del CNI contra hackers rusos. Este Gobierno es, cuanto menos, sospechoso de urdir planes para evitar los contrapesos a su poder; asalto del CGPJ y fiscalía, reducir el control parlamentario durante el Estado de Alarma, abusar de los decretos…. Y ahora parece ser el turno de los medios.

Luchar contra las mentiras y las ‘fake news’ es una intención encomiable, pero decidir qué es verdad, qué es falso y qué es engañoso (porque, recuerden, la vida está llena de crisis) es una misión que nunca puede recaer en el Gobierno. A de ser la sociedad, los medios de comunicación (que en este sentido hemos hecho una bochornosa dejación de funciones replicando cualquier cosa que nos llega y forzando las historias en búsqueda del clic fácil) y, en última instancia, la justicia quieres luchen contra la desinformación y las mentiras.

Nunca el Gobierno, porque caeríamos en la paradoja de ‘quién controla al que controla’. ¿O acaso controlaría dicha comisión las ‘mentiras oficiales’? ¿Nos decía la verdad el Gobierno cuando afirmó que Bruselas no le dejaba bajar el IVA de las mascarillas? ¿Era sincero Sánchez cuando aseguraba que nunca pactaría con Bildu? ¿Nos manipulaba el presidente cuando usaba un informe inexistente de la Universidad Johns Hopkins para asegurar que España era de los países que más test hacía?

Lamentablemente, las ‘mentiras oficiales’ no solo existen a gran escala y duelen más cuanto más se acercan a la realidad que vive uno. ¿Mienten los PGE cuando reflejan partidas millonarias para Soria que nunca se ejecutan? ¿Mentía la por entonces delegada del Gobierno, Virginia Barcones, cuando decía que la cárcel de Soria estaría abierta a finales de 2019? ¿Mentía la por entonces ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, cuando anunció en plena campaña que el centro de referencia estatal tendría pacientes antes del verano de 2019?

Pero no todas las mentiras tienen que ver con los plazos, ¡ojalá! Hay mentiras que duelen especialmente, como cuando desde la delegación de la Junta en Soria se negaba la situación dramática que se vivía en marzo en la residencia de Los Royales o se trataba de acallar las quejas de los trabajadores del Hospital. ¿Mienten Casado e Igea cuando, datos en mano, aseguran que la sanidad soriana no está tan mal? ¿Nos engañó la Diputación cuando dijo que las ayudas para los autónomos llegarían a toda la provincia? ¿Nos engaña el Ayuntamiento cuando nos distrae con reversas de la biosfera o ciudades del deporte? Cuídese de las mentiras, sí; pero, ante todo, cuídese de las mentiras oficiales.