Según un estudio, el SARS-CoV-2, produce una patología respiratoria grave, pero también causa manifestaciones importantes fuera del tejido pulmonar.
El 17% de las personas hospitalizadas por COVID-19 ha sufrido un evento trombótico venoso (trombosis venosa profunda [TVP] y en su caso tromboembolia de pulmón [TEP]), con mayor riesgo en los ingresados en UCI, donde la prevalencia alcanza al 27,9% de los pacientes. Así lo confirma una revisión sistemática realizada por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias -CIBERES, dependendiente del Instituto de Salud Carlos III- y del Hospital Ramón y Cajal sobre más de 18.000 pacientes ingresados por COVID-19 recogidos en 49 estudios de diferentes países, que ha sido publicado en la revista Chest. El análisis también ha reportado una incidencia importante de hemorragias, que afectaron al 7,8% de los pacientes incluidos.
La COVID-19, enfermedad viral causada por el SARS-CoV-2, produce una patología respiratoria grave, pero también causa manifestaciones importantes fuera del tejido pulmonar. La evidencia acumulada indica que, entre otros efectos, puede predisponer a los pacientes a eventos tromboembólicos venosos, debido a la hipoxia (estado de deficiencia de oxígeno en la sangre), inflamación excesiva o activación plaquetaria, entre otros. La enfermedad tromboembólica venosa se caracteriza por la formación de un coágulo sanguíneo, habitualmente en el interior de una vena profunda de las piernas (TVP). En ocasiones estos coágulos se desprenden y alcanzan el árbol arterial pulmonar, originando una TEP.
Además de este mayor riesgo de trombosis, los pacientes con COVID-19 pueden tener riesgo de sangrado aumentado, debido a factores como los desequilibrios en la producción y destrucción de plaquetas, el consumo de factores de coagulación en el contexto de una inflamación grave y el uso de agentes antiplaquetarios o anticoagulantes.
“La estimación de la incidencia de eventos trombóticos y hemorrágicos en pacientes con COVID-19 es fundamental para pronosticar mejor a los pacientes, y para considerar estrategias que disminuyan su incidencia y los efectos derivados en los pacientes”, explica David Jiménez, jefe de grupo del CIBERES en el Hospital Ramón y Cajal que ha liderado el estudio. Este trabajo incluyó estudios procedentes de cualquier área geográfica mundial publicados del 1 de enero al 31 de julio de 2020 que evaluaron la incidencia de eventos trombóticos venosos y/o hemorragias en pacientes hospitalizados por COVID-19.
Los resultados de este metaanálisis arrojaron una incidencia combinada de eventos trombóticos venosos del 17,3% en pacientes ingresados por el virus. En concreto, analizando los casos de trombosis venosas profundas, éstas afectaron al 12,1% de los pacientes; y un 7,8% sufrieron embolias pulmonares. Por otro lado, la incidencia fue muy desigual en función del nivel de gravedad de los pacientes, llegando la incidencia en los ingresados en UCI al 27,9%, frente al 7,1% de pacientes internados en unidades de hospitalización convencionales.
Por otra parte, el análisis de datos segmentado por áreas geográficas recogió una incidencia de eventos trombóticos del 17,9% en Europa, del 23,7% en Asia y del 9,5% en América del Norte.
En cuanto a la ocurrencia de episodios hemorrágicos, se observaron en el 7,8% de los casos analizados, en gran parte relacionados con el uso de dosis elevadas de anticoagulantes. “Las tasas tanto de trombosis venosas como de hemorragia son relevantes y merecen atención urgente para evaluar su significado clínico y para diseñar estrategias preventivas y terapéuticas que mejoren la supervivencia de los pacientes hospitalizados por COVID-19”, señala David Jiménez. “Desde una perspectiva práctica, es importante identificar los regímenes de tromboprofilaxis con mejor balance riesgo/beneficio en todo el espectro de pacientes con COVID-19, incluidos los pacientes ambulatorios, los pacientes hospitalizados en unidades médicas y los pacientes en estado crítico”, añade.
En este sentido, el investigador apunta la necesidad de estudios adicionales en este campo “para comprender la utilidad de terapias antitrombóticas o inmunomoduladoras más potentes para mitigar de manera segura el riesgo de eventos trombóticos y la mortalidad asociada”.