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Una Soria que es preciso recordar

Una Soria que es preciso recordar

Actualizado 25/12/2020 22:03

Julio Martínez Flórez estrena su colaboración con Soria Noticias con un interesante artículo sobre la herencia nórdica de la provincia de Soria.

En mis más de diecisiete años de trabajo en Soria siempre he sido consciente de la importancia de la influencia romana y de los vestigios arqueológicos y arquitectónicos que este "mundo romano" nos ha dejado. Sin embargo, y siguiendo a Andrés de Acosta o a Benito Gaya o a Teógenes Ortego, echo de menos las referencias a un pueblo que resulta fundamental en la constitución de la idiosincrasia de las gentes sorianas. Resulta innegable que la presencia de las "gentes nórdicas" en esta sempiterna "tierra de paso" es mucho menos conocida y no se valora lo suficiente su participación en "lo soriano". Reivindicar como algo "de lo nuestro" las bondades y los errores de un pueblo que desde las frías tierras de Scandia atravesó verticalmente Europa Central, derrotó a las legiones imperiales en Adrianapolis causando la muerte al emperador Valente, creó un reino en Ucrania con Hermanárico, atravesó todo el sur de Europa arrasando la propia Roma, volvió a crear un nuevo reino en Toulouse, entró como "federado" de Roma en la provincia Tarraconense para controlar a los suevos y a los vándalos, y que por fin levantó el Reino de Toledo, no parece poco significativo en la valoración de su contribución a la constitución de las poblaciones sorianas. Tradicionalmente se ha relacionado a los visigodos con los llamados "Campi Gothici", los campos góticos de Madrid, Segovia, Palencia, Valladolid, Avila o Toledo, pero las huellas que estos visigodos dejaron en Soria no resultan en modo alguno desdeñables. La historia difundida relaciona la llegada de estos pueblos visigodos con la entrada en Hispania de una elite guerrera dirigente que bajo el "paraguas" de Roma penetra con la finalidad de ofrecer a los territorios anteriormente imperiales la tranquilidad que el expansionismo suevo, con sus núcleos en la Gallaecia y en la Lusitania, provocaba. Cierto es que en la primera época de su llegada los visigodos estaban constituidos fundamentalmente por contingentes militares, pero, tras la derrota de Vouillé a manos de los francos, el mundo visigodo se vio obligado a abandonar las tierras de Toulouse y a desplazarse de forma masiva a Hispania. De acuerdo con los diversos autores que han trabajado sobre este tema, fueron aproximadamente unos cien mil los que a través de Pirineos decidieron recomponer sus vidas en nuestra península.

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Siguiendo los datos proporcionados por los trabajos arqueológicos el asentamiento de estas gentes en la altimeseta soriana debió producirse en el último tercio del siglo V. Recuperando el trabajo de recopilación de Luis Caballero Zoreda sobre las "villae" tardías en la provincia de Soria constatamos el amplio nivel de ocupación de estos territorios en su etapa histórica hispano-romana. Los yacimientos arqueológicos próximos a Uxama (Sotos del Burgo, los Villares de Santervás o Fuentes Chiquitas de Gormaz por citar algunos) se ven asociados a los cercanos a Voluce (Calatañazor) que dependerían de Augustobriga (Agreda) o los de Montuenga, en la línea de Occilis (Medinaceli) nos proporcionan una posibilidad de comprender el estilo de vida de estos pobladores que poco a poco se veían desatendidos por el antaño poderoso poder central de la metrópoli. La inestabilidad que se produjo con la entrada de suevos, vándalos y alanos en la península se tradujo en una época de inestabilidad que queda reflejada en la destrucción y en el abandono de muchas de estas estructuras o en los escritos de Hidacio o de Orosio. Consecuencia de esta situación y siguiendo las directrices del emperador de Roma contingentes militares dirigidos por Eurico entraron por Tarraco y se diseminaron siguiendo las principales vías de comunicación. Aunque "romanizados", los visigodos no fueron un pueblo caracterizado por la creación de una arquitectura propia, sino que más bien reutilizaron ciudades y edificios que ya habían sido relevantes en el periodo romano. Sin discutir esta afirmación hemos de hacer notar la existencia de edificios tan notables como las ermitas de Quintanilla de las Viñas (Burgos) o de la Virgen de la Val (Soria), además de muchos otros. Volviendo a Soria, grandes y pequeñas necrópolis visigodas jalonan su territorio. Suellacabras o Taniñe son dos de las grandes necrópolis que han sido excavadas y que constituyen sin duda un referente para el estudio de los visigodos en España. Junto con la gran necrópolis de Deza, excavada por Blas Taracena, nos permiten estudiar la realidad de "lo visigodo" en las tierras sorianas. Resulta evidente el hecho de que las elites dirigentes visigodas desarrollaron sus vidas en el entorno de las antiguas ciudades hispano-romanas, pero no menos cierto resulta el hecho de que la realidad visigoda se dejó también sentir en el entorno rural. "Los Castillares" o la misma "Tiermes" nos proporcionan signos de enterramientos ligados primero a la órbita visigoda y luego a la población hispano-visigoda. Gracias a mi ahora amigo, Carlos de la Casa, he conseguido una fotocopia de un informe sobre las excavaciones arqueológicas realizadas en Tiermes dirigidas por Don José Luis Argente Oliver y relacionadas con esta necrópolis visigoda cuya cronología se encuentra situada entre los siglos VI y VII. Son muy numerosos los hallazgos de la cultura visigoda o posteriormente hispano-visigoda en Soria. Vadillo, Monteagudo de las Vicarías, Gómara, Fuencaliente de Medina, Termancia y la misma Numancia son algunos de los numerosos ejemplos.

Mi tesis doctoral, realizada sobre la influencia nórdica en la Hispania Tardo-Antigua, que ha sido una acompañante habitual de mis desvelos durante muchos años ha conseguido que "me enamorara" de este tema y tras años de "perseguir visigodos" en Francia y en España he encontrado en Soria un campo de investigación fundamental para comprender el desarrollo de esta parte de la historia. Ya cuando empecé a trabajar sobre este tema siguiendo los excelentes trabajos de Tito Antonio Varela hice mía su afirmación de que "la sangre nórdica se fusionó con la hispano-romana" y forma parte de nuestro "pool genético común". En mi trabajo creo que pude demostrar que era posible encontrar las características fenotípicas diferenciales de este pueblo en las poblaciones de los siglos seis y siete y también en las poblaciones españolas posteriores. Siguiendo esta idea considero que Soria tiene los elementos necesarios para profundizar en esta cuestión. El estudio de las necrópolis hispano-romanas anteriores al siglo IV, las correspondientes al grupo nórdico anteriores a Leovigildo y a su decreto de fusión de los dos pueblos y por fin las correspondientes al Alto Medievo, desaparecido ya este mundo tardo-romano, constituyen sin duda un escenario apasionante para conocer parte de la evolución de la población soriana actual.

Una Soria que es preciso recordar | Imagen 2

Hoy conocemos que la penetración y el progresivo asentamiento del pueblo visigodo tuvo lugar a mediados del siglo V. Parece demostrado que hacia 475 ya habrían ocupado la línea Clunia-Zaragoza. Desde el punto de vista arqueológico este asentamiento queda claro por el análisis de los ajuares encontrados en sus necrópolis. Estas piezas "de prestigio" encontradas nos muestran diferencias significativas. Mientras que en las necrópolis "exclusivamente" visigodas aparecen "piezas" de carácter personal (fíbulas, broches de cinturón, pendientes, collares y rara vez armas y cerámicas de uso funerario), en las necrópolis de los siglos VI y VII aparecen también piezas que parecen corresponder a una tradición romana y que parecen demostrar el contacto entre los pueblos visigodo e hispano-romano. De acuerdo con esta idea resulta posible diferenciar varios momentos: un primer grupo, representado por las necrópolis de Taniñe y de Suellacabras, que parece corresponder a la llamada "subcultura del Duero" en la que Taracena observa un influjo que él llama "celtibérico" y que aún no llega a ser visigodo; en segundo término estarían las necrópolis claramente visigodas representadas por la de Deza y por los hallazgos aislados de Cueva de la Mora de somaén, Villapardillo, las Hermosas de Monteagudo de las Vicarías o Fuencaliente de Soria; y, por último, un conjunto de necrópolis en las que defendemos la coexistencia entre los dos pueblos, representado en Numancia, Uxama, Tiermes y Gomara.

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