Artículo de opinión de Roberto Vega.
Aún persiste la pandemia covid-19 y el desastre infringido a las extraescolares de atletismo alcanza ya el año entero. ¡Hay que despabilarse! Contacté con Lorenzo Poza Soto buscando el reencuentro con los tiempos heroicos del atletismo; contacté para conversar serenamente con uno de los impulsores del deporte soriano y aunque poco sé de balonmano, incluso de pelota a mano, todavía el omnipresente club Cañada Honda resuena en veteranas tertulias incluso de ¡Torrelavega!
Lorenzo guarda en su complexión un espíritu diría que autodidacta por gestionar proyectos donde, sin manual, se han echado horas, empeños y renuncias al tratar de impulsar una aventura social y deportiva. Fue Chus Vega, otro apasionado del deporte en Almazán, quien me acercó a este monitor de batallas y esperanzas deportivas de los años ochenta. Tiene gracia que vivamos en el mismo Barrio y que nos separe tanto desconocimiento…
Quién sabe cuándo podrá Lorenzo acudir al entrenamiento atlético de la cantera del ceip La Arboleda en el Sotoplaya como sí lo hiciera otra leyenda deportiva: José Luis Aranda. Pero nada me satisface más que conversar de épica, aventuras y logros; saber, si se puede saber, qué ha sido de aquellos jóvenes deportistas (mujeres y hombres a partes iguales) que pasearon su equipación por toda España; conocer, si se puede conocer, qué queda de aquel espíritu y de aquellas gestiones deportivas iniciáticas, me temo que ya olvidadas.
Cuando Lorenzo, Chus, ¡Juan de Dios Román! hablaban de balonmano, y de deportistas, en el polideportivo de La Arboleda en Almazán otros pioneros abrían camino: eran los ciclistas adnamantinos del peluquero Amador Golvano cuya primera crónica ciclista de Arganda del Rey aquel 20.5.1984 (única y que preservo) sigue sabiéndome sublime. Como admirable e imborrable fue aquel método de captación de ciclistas mediante excursiones por la comarca.