Carta de Sergio García, director de Soria Noticias.
Nuca desestimes el potencial de las situaciones para ir a peor. O, como diría Antonio Recio en La Que Se Avecina, en el sótano de tu fracaso siempre hay una planta más. Esa parece ser la lección que debemos aprender los aficionados del Club Deportivo Numancia. El club soriano deambula sin rumbo entre la mediocridad del centenar largo de los equipos de Segunda B hacia la más absoluta irrelevancia.
Diríamos que la situación es insostenible si no fuera porque decir eso es no decir absolutamente nada. Cuando pensábamos que el descenso del año pasado y la inestabilidad financiera del club eran el fondo del abismo, la realidad nos ha demostrado que era solo la puerta del infierno. Con una plantilla, un nombre y una situación económica envidiable para Segunda B, el Numancia era uno de los favoritos para ascender. La parroquia rojilla lleva toda la temporada esperando que los suyos demuestren todo su potencial, pero ya va siendo hora de asumir que el objetivo debe ser la permanencia en la tercera categoría del fútbol español. No es tarea sencilla porque la tercera división (que al año que viene se llamará Segunda B Pro) pasará de 102 equipos a 40. No ser uno de esos 40 sería un fracaso absoluto, supondría dos descensos en 2 años y dejaría en el aire la misma viabilidad del club.
La situación deportiva del equipo es reflejo de la situación institucional del club. Un equipo sin alma que en el partido más importante de la temporada no logra tirar a puerta y una directiva opaca y distante que gestiona el club desde un Alsa, más pendiente de responder a las pocas voces críticas de una ciudad como Soria que de cambiar la dinámica. Una directiva que se parapeta detrás de dos chavales de la casa, Fernando Alonso y Alex Huerta, que, no solo sirven para frenar parte de las críticas, sino que, además, les salen más baratos.
No parezca esto una defensa de los que se fueron y se lo llevaron calentito. Con todo su derecho vendieron su empresa y ahí nada se les puede reprochar, pero tampoco es lógico que traten de modificar el relato (el Numancia llevaba años en modo ahorro, jugueteando con la Segunda B y ha quedado evidenciado que se vendió al primero que apreció con la pasta y no con especial cuidado de a quien se entregaba el club) y que sean los que más malmetan desde el oculto sillón de poder que siempre han tenido en esta Soria casi feudal.
Y mientras, los que más sufren son los aficionados, para quienes el Numancia es mucho más que una simple empresa, los trabajadores a los que el club ha despedido y el conjunto de la sociedad soriana para la que el Numancia siempre ha sido un emblema. No está sobrada esta Soria nuestra de alegrías ni dinamizadores económicos. Y el Numancia fue durante décadas motivo de orgullo y revulsivo del tejido económico y social de la provincia. Hoy solo queda desear que esto pase lo más rápida e indoloramente que sea posible.