Artículo de opinión de Alejandro Ramos, profesor universitario y secretario de NNGG en Soria.
Espectáculo, vergüenza o irresponsabilidad, son los términos que se me ocurren para definir la situación política de nuestro país durante las últimas semanas.
Me produce tristeza comprobar que, con un trasfondo de pandemia sanitaria y económica como la que estamos viviendo, existan líderes políticos para los que los principios y la ideología sea un mero estorbo, donde su único objetivo sea alcanzar el poder a toda costa, valiéndose, no de su gestión, sino de torpes estrategias y, dejando para el final de sus preferencias, los verdaderos problemas de los ciudadanos.
La falta de luz y transparencia de la moción de censura en Murcia ha provocado la aplaudida salida del gobierno del mismísimo Pablo Iglesias. Las heridas de guerra, por ahora, se cuantifican en cuatro mociones de censura presentadas, una convocatoria de elecciones y un partido en sus horas más críticas. Pero lo que está claro, es que si el Gobierno tuviera tantos asesores en sanidad como los que dispone para diseñar las estrategias de ataque a las autonomías “populares”, seguramente España no sería uno de los países con más muertos de Covid por habitante.
Un año después de este sufrimiento de contagios, muertes y saturación en los hospitales, lo que exige la ciudadanía es que la clase política sea responsable. Que se centre en la vacunación, se preocupe de los millones de españoles que quieren trabajar y no pueden, agilicen ayudas y respeten a los que queremos dejar atrás la epidemia cuanto antes y volver a vivir. ¡Una moción de censura, no ayuda a conseguir todo esto!
Frente a esta mezquindad y mediocricidad de algunos actores políticos, creo que es justo reconocer que no todos son iguales y que existen muchos servidores públicos honestos, que intentan día a día, gestionar las cosas lo mejor posible.