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FOTOS: Sorprendente 'Homenaje al labrador' en uno de los pueblos más pequeños de Soria

FOTOS: Sorprendente 'Homenaje al labrador' en uno de los pueblos más pequeños de Soria

Lodares de Osma, pedanía de El Burgo de Osma, acoge en un rincón muy cuidado diferentes aperos de labranza restaurados "en comunidad" entre varios vecinos.

Es cierto que la despoblación está causando estragos en la provincia de Soria, pero todavía existen numerosos núcleos de población que, a pesar del escaso número de vecinos, desprenden vida en cada una de sus calles. Un ejemplo es Lodares de Osma, pedanía de El Burgo de Osma.

Esta pequeña localidad solo cuenta con un par de casas abiertas a diario, pero está muy lejos de ser un pueblo abandonado. Sus rincones lucen cuidados porque los hijos del pueblo vuelven a sus raíces cada vez que tienen la oportunidad y no dudan en colaborar para que este muestre su mejor versión.

Homenaje al labrador

El paseo por Lodares de Osma resulta sencillo (sus dos calles principales facilitan un recorrido circular) y acaba siendo más que gratificante. La calle de arriba (calle Real por su nombre oficial) descubre al viandante un museo al aire libre que inicia un auténtico viaje en el tiempo.

El 'Homenaje al labrador' recoge aperos de labranza de los que marcaron época. Todos ellos están restaurados a mano y colocados con mimo sobre la ladera de una pequeña colina. Tomás Padrones cuenta que "fue mi padre el que inició este homenaje, pero el resultado es gracias a la colaboración de varios vecinos".

Félix Padrones fue labrador durante toda su vida y "amaba la profesión y todo lo que tenía que ver con ella", recuerda su hijo. "Un día encontró un grupo de aperos que estaban abandonados y decidió restaurarlos porque le daba mucha pena que pudiesen perderse y, con ellos, olvidarse una profesión a la que él dedicó su vida". La idea fue creciendo porque "entre los dos nos fuimos animando" y, con su instalación en el exterior, Tomás apostó por combinar los útiles con "diversas plantas y flores que diesen armonía al conjunto".

Entonces sucedió la magia que solo ocurre en los pueblos pequeños. "Un vecino, Iñaki, se acercó a ver lo que hacíamos y se atrevió a colaborar. Luego sucedió lo mismo con mi primo, Valentín", expresa Tomás. Poco a poco, "en comunidad y como algo espontáneo" creció y floreció el proyecto.

Ahora, los "alma pater" ya no están y este proyecto ha extendido su homenaje. "Mi padre, mi tío Antonio y otros siguen presentes aquí ", afirma Tomás, que se emociona al recordarles y cuenta las horas para volver a este pequeño pueblo "cuando el Covid-19 lo permita".

Tomás Padrones no se olvida de dar un pequeño tirón de orejas al Ayuntamiento de El Burgo. "Espero que se pasen de vez en cuando a cuidar también este homenaje", reivindica.

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