FlyBy se instaló en el aeródromo de Garray en septiembre de 2020. Eligió la ubicación por las “buenas condiciones aeronáuticas” de la provincia”. Ahora 15 alumnos internacionales se forman en Soria para ser piloto comercial.
FlyBy fue la primera empresa en desembarcar en Garray al amparo del ATI (Aeroparque Tecnológico Industrial). La Diputación anunció el compromiso en julio de 2020 y dos meses después aterrizaron sus primeros aviones y arrancaron las clases en las oficinas “provisionales”.
Es un escuela formación de pilotos comerciales creada en 2008 en Bilbao. Cuenta con 45 empleados, más de 200 alumnos de 40 países, 19 aviones y dos simuladores. La formación que imparte sirve para acreditar a los alumnos como pilotos comerciales para aerolíneas de ámbito internacional. El curso que ofrecen es integral; tiene una duración de 14 meses (aunque lo habitual es que se extienda hasta los 20) y, por un precio de 80.000 euros, cualquier persona (con titulación de Bachillerato y conocimientos de inglés, idioma de toda la formación) y muchas ganas de estudiar) puede pasar de “cero” a los conocimientos necesarios para acceder a la habilitación de la propia aerolínea.
Actualmente, en Garray reciben clases prácticas 15 alumnos. Les acompañan cuatro instructores y un jefe de base. La intención de FlyBy es “potenciar esta localización después del verano con grupos de 5-7 alumnos cada dos meses en 6 promociones anuales”, explica Ramón Estuardo, jefe de base.
Los futuros pilotos llegan a Soria una vez completan la teórica, que por el momento reciben en Burgos, y se convierten en una familia que comparte objetivo.
14 meses, buena base de inglés y ganas de estudiar, sirven para ser piloto comercial
Cinco fases sirven para exponer a los alumnos a todas las situaciones y enseñarles a manejarse ante cualquier emergencia. Aprenden primero a volar con la compañía de un instructor, luego lo hacen solos y, después, llega el vuelo instrumental (con unas gafas que impiden ver el suelo para imitar los viajes en aviones comerciales), vuelo con varios motores, nocturno y semiacrobático, “para que sepan recuperar el avión de posiciones anormales”, explica Ramón Estuardo. AESA (Agencia Española de Seguridad Aérea) examina al piloto cuando concluye esta formación.
María Fortes tiene 25 años y es portuguesa. Es una de las alumnas aventajadas de FlyBy, ya se encuentra en la fase de Vuelo Instrumental, y cada día ve más cerca su objetivo de “ser instructora”, algo que persigue para “acumular horas de vuelo antes de intentar dar el paso a una gran compañía”, afirma.
Con 18 años entró en el mundo laboral como azafata de Ryanair y el contacto con los pilotos hizo que sus aspiraciones se elevasen. Buscó entonces una academia en su país de origen y comenzó los estudios de piloto comercial. “Estudié allí la teórica y algo de vuelo pero llegó el Covid y nos echaron de la academia. FlyBy nos ofreció un buen acuerdo y aquí estoy, en Soria”, narra.
María Fortes responde al perfil de alumno de FlyBy, joven internacional de unos 25 años. Es portuguesa y le “encanta Soria”.
Anima a quien se lo esté pensando expresando que “el plan de estudios no es complicado, pero hay que estudiar muchísimo porque la teórica es muy densa y también trabajar mucho porque el vuelo lo requiere”. Respecto al coste del curso, reconoce que “no es un curso barato”, pero explica que existen opciones que lo convierten en accesible. “La familia me echa una mano, ahorré un poco y pedí un préstamo que comenzaré a pagar en cuanto empiece a trabajar”, refiere.
El aeródromo no controlado de Garray, que en un principio le “asustó” porque había aprendido en otro sistema, ahora “le encanta”. “Informamos cuando salimos y si nadie contesta, volamos”, cuenta para añadir que “esto te permite tener otras experiencias”.
Jean-Claude Ducournau tiene 26 años y trabaja como instructor en la escuela FlyBy. Es francovenezolano y su historia resulta más que sorprendente. Nació y creció en Venezuela y allí estudió una ingeniería mientras se formaba como piloto. Cuando se licenció se fue a EEUU para hacer lo propio allí, pero las dificultades para obtener una visa de trabajo hicieron que decidiese viajar a España para intentar trabajar aquí. Tuvo que obtener de nuevo todas las licencias y después estudió para ser instructor (un curso adicional cuando ya se es piloto comercial).
Se declara un “apasionado de la aviación” por lo que, separándose de la corriente habitual, no sueña con trabajar en una compañía. “En aerolíneas gran parte del trabajo es gestión en oficinas y yo quería volar”.
Jean-Claude Ducournau es instructor en la escuela FlyBy. Se define como “apasionado de la aviación” y lo transmite con cada gesto.
Se formó en la escuela Airpull, empresa que gestiona el aeródromo de Garray, y ya conocía el funcionamiento de este particular recinto no controlado. “Aquí actúo siempre dentro de las reglas, pero hago lo que quiero. Lo bueno de este aeródromo es que no se pierde tiempo en tierra. En otros lados puedes llegar a esperar media hora en pista para despegar, aquí no”, valora.
Cuenta que todavía están todos aprendiendo del clima porque “nos sorprendió que cambia muchísimo”. El viento cruzado, las turbulencias y los numerosos obstáculos (pájaros) son otros hándicaps, que, a la vez, enriquecen el aprendizaje de los alumnos.