Un estudio puesto en marcha por el Instituto de Investigación en Manejo Forestal Sostenible de la UVa demuestra que las acciones de manejo forestal para la prevención de incendios no altera la microbiota de los arbustos de jara
El Cistus ladanifer, comúnmente conocido como jara, es un matorral muy abundante y ampliamente extendido por toda la geografía castellano-leonesa, formando uno de los ecosistemas más característicos de la cuenca del Mediterráneo. Estos matorrales pirofíticos se caracterizan, entre otras cosas, por ser un tipo de planta muy propensa a los incendios forestales, ya que la jara tiene en sus hojas una sustancia denominada ládano, un tipo de aceite altamente inflamable. Un estudio de la Universidad de Valladolid aborda las consecuencias de aplicar tratamientos de manejo orientados a la prevención de incendios en otros organismos presentes en el entorno de estos arbustos.
“En las zonas pobladas por este tipo de matorrales, que están altamente afectadas por los incendios, es necesario llevar a cabo una serie de tratamientos preventivos, consistentes en realizar desbroces totales o parciales, en eliminar una gran parte del matorral", explica la investigadora del Instituto de Investigación en Manejo Forestal Sostenible (iuFOR) de la Universidad de Valladolid Olaya Mediavilla. Tradicionalmente, la jara ha sido considerada improductiva y sin ningún valor comercial. Sin embargo, esta percepción está cambiando ya quese ha observado que este tipo de matorrales producen grandes cantidades de setas comestibles, entre ellas algunas de alto interés gastronómico y comercial, como Boletus edulis.
De este modo, se realizaron diferentes estudios en relación a los efectos del fuego y los tratamientos preventivos sobre las comunidades de hongos, sin embargo, no había conocimiento sobre lo que ocurría con las comunidades bacterianas, cuyo papel ecológico es esencial. Por ello, en el iuFOR, ubicado en el campus de Palencia, se plantearon en 2019 qué efectos provocaban los tratamientos de prevención de incendios forestales en las comunidades bacterianas asociadas al crecimiento de boletus en estas zonas.
Este proyecto de investigación, financiado parcialmente por la Junta de Castilla y León, continúa con la reciente publicación de la investigación ‘Seasonal influences on bacterial community dynamics in Mediterranean pyrophytic ecosystems’ en la revista científica Forest Ecology and Management en la que se analizan los efectos provocados en la comunidad microbiana por las acciones preventivas contra los incendios forestales, así como la influencia del origen del suelo y la estacionalidad.
La importancia de las bacterias
“Las bacterias tienen un papel biológico importante, ya que se ha demostrado que tienen un papel facilitador en la micorrización (la unión entre la planta y el hongo) y, por tanto, en el crecimiento de la comunidad de hongos", explica la investigadora. Por eso, es importante conocer cómo afectan los diversos factores a la población bacteriana para tratar de controlar los efectos que se producen sobre ella.
Los investigadores combinan en este estudio tres variables (origen del suelo, tratamientos de manejo contra incendios forestales y estacionalidad) generando de esta forma tres escenarios que analizaron durante 12 meses: un rodal de 8 años regenerado tras una quema controlada, un rodal de 8 años que se desarrolló después de un desbroce total del anterior y un rodal de 20 años que se desarrolló después de un incendio forestal. En cada una de esas zonas se llevaron a cabo diferentes tipos de tratamientos de manejo: desbroce total, desbroce al 50%, quema controlada y control (sin actuación). Las condiciones temporales y climatológicas son las mismas para los tres casos ya que los tres rodales se encuentran situados en la zona de Aliste, en la provincia de Zamora.
Los resultados finales de la investigación concluyen que la riqueza, abundancia y composición bacteriana se ven afectadas principalmente por el origen del suelo y por la estacionalidad, existiendo una riqueza menor en las parcelas jóvenes quemadas y presentando mayor riqueza bacteriana entre los meses de abril y junio debido al mayor número de precipitaciones en estas fechas y alto nivel de humedad.
Atendiendo a la influencia de los tratamientos de prevención de incendios se ha encontrado que apenas tienen efectos. “Los resultados obtenidos en este estudio apoyan un manejo activo enfocado a la prevención de incendios forestales a través de tratamientos preventivos, que nos permiten al mismo tiempo rejuvenecer esas masas y prevenir incendios, mientras que las comunidades bacterianas no se ven afectadas. En este sentido, no estamos perjudicando ni la diversidad ni la riqueza en el suelo", aclara Mediavilla.