CSIF remite una carta al Ministerio de Educación y a las consejerías autonómicas, incluida la de Castilla y León para planificar el próximo curso y para asegurar y reducir las ratios de la pandemia.
La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) se ha dirigido a la consejera de Educación de Castilla y León, Rocío Lucas, así como al resto de responsables autonómicos de Educación y a la propia ministra, Isabel Celaá, para que las administraciones lleven a cabo inversiones finalistas procedentes de los fondos europeos, que permitan ampliar las plantillas de docentes para el próximo curso 2021-2022, reducir las ratios de alumnado, reducir los horarios lectivos y mejorar -en definitiva- la calidad en la educación.
En una carta, dirigida a la ministra y a los diferentes responsables de las consejerías autonómicas, el sindicato considera que “es el momento de asegurar al profesorado que se mantendrán las ratios ajustadas, con motivo de la pandemia, y que se trabajará por continuar avanzando en una reducción” de las mismas.
Esta reducción de ratios conllevaría un incremento sustancial de las plantillas para el próximo curso 2021-2022. En la organización sindical han recordado que en los últimos diez años, coincidiendo con la anterior crisis económica y los recortes en las comunidades autónomas, las plantillas se vieron mermadas con 16.922 docentes, empezando a recuperar parte de estos docentes solo en el último curso.
"No parecería razonable prescindir de este profesorado en los próximos meses, según vaya evolucionando la pandemia. Lamentamos que la nueva Ley Orgánica de Educación no contempla ninguna reducción de ratios. Por otra parte, la reducción del horario lectivo tampoco se ha llevado a cabo de manera efectiva al dejarse en manos de las comunidades autónomas con una mera recomendación", apuntan.
Para el sindicato, está demostrado pedagógicamente que la reducción de ratios mejoraría la calidad de la educación, permitiendo una atención más personalizada y una mejora en la calidad del aprendizaje, además de facilitar la labor docente en tareas más allá de las puramente lectivas, tales como evaluación del alumnado o la atención a las familias. "La educación con un alumnado más reducido mejora la convivencia y se reducen los conflictos y los problemas de disciplina, mejorándose el rendimiento y los resultados académicos", concluyen.