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Ailanto: "Todavía estamos a tiempo"

Ailanto: "Todavía estamos a tiempo"

Actualizado 09/05/2021 20:21

Este árbol de origen chino, está incluido en el Catálogo de Especies Invasoras. Es urgente y necesaria su eliminación por las nefastas consecuencias que puede traer para el ecosistema soriano.

Cuando muchos se hallan adecentando sus jardines, con desbroces, limpieza de malas hierbas y zarzas, instalanado nuevas plantas y habilitando ornamentaciones para que este espacio doméstico, lugar de reunión al aire libre, luzca radiante este verano a cualquier hora. Se aventuran nuevas visitas y encuentros a partir de ahora, ya sin restricciones en lo social, después del cese de las restricciones vigentes hasta ayer sábado.

Pero no siempre estos afanes tienen en cuenta un enemigo de buen porte, con crecimiento rápido y que da prestancia a la riqueza vegetal de estos espacios. Se trata del Ailanthus altissima, un árbol de procedencia china y que en un buen número de ocasiones es cuidado y mimado como cualquier otro. Ojo.

Figura en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, por lo que es preciso y urgente -esto ya veremos por qué- su elimación, ya que al tratarse de un nuevo elemento, desconocido para el ecosistema, produce daños en el mismo. Así lo refiere Txemi Olano, director de la Escuela de Ingenierías Agrarias del Campus de Soria, quien sin alarmismos, pone el foco en una especie arbórea que comienza a verse en propiedades privadas y públicas de la geografía provincial.

"Fue utilizado sobre todo para sujetar taludes, en muchos casos en obras públicas, como el ferrocarril y las carreteras", detalla. Su rápido crecimiento y el extenso entramado que tejen sus raíces en el subsuelo le hacen ser una "buena opción" para sujetar suelos inclinados. Y ahí uno de los problemas. La raíz puede extenderse en un radio de 25 metros, lo que le otorga una gran fortaleza de supervivencia, sobre todo en terrenos pobres de nutrientes, e incluso donde no crecen otras plantas.

Además, una vez adulto, a los tres años, o incluso antes, la persistencia del ailanto va más allá de su tala, ya que su vida bajo tierra continúa, volviendo a retoñar tras el corte. De hecho, incluso sus raíces pueden generar un nuevo tallo, distante del primero.

Olano refiere que el ailanto exala sustancias que son nocivas para muchas especies autóctonas, no acostumbradas a estos componentes, lo que por otro lado impiden que las plantas locales no compartan hábitat y no compitan con el árbol. La naturaleza ha armonizado cada ecosistema, compatibilizando especies entre sí, acostumbradas unas de otras en lo que atañe a este tipo de compuestos químicos. Este fenómeno recibe el nombre de alelopatía, término con el que se expresa la producción de sustancias que afectan el desarrollo de otros individuos que comparten los mismos espacios "impidiendo su germinación".

Eliminación

Pero vayamos a cómo eliminarlos. Es una tarea, cuando menos, que debe ser llevada a efecto concienzudamente, ya que la tala obliga, en el tallo cortado, a aplicar sobre el mismo un tratamiento con "herbicida sistémico", de manera periódica, con el fin de matar la planta, persistente en su empeño de mantenerse viva.

Olano afirma que el ailanto está muy extendido en el territorio nacional, donde comunidades como Cantabria, las vecinas Rioja y Aragón, o Cataluña y Canarias, albergan un buen número de ejemplares, ya que, por otro lado, estos prefieren climas más bonancibles que el soriano. Con todo, sí que se están dejando ver en algunos solares abandonados, tanto en capital como en provincia, y en jardines domésticos. "Aún estamos a tiempo", ha mencionado el director universitario, a la vez que avisa: "Erradicar el ailanto sería costosísimo en el caso de que se extendiese".

Semillas

Un ejemplar adulto puede llegar a producir miles de semillas, "y al estar presentes en vías de comunicación, pueden ser transportadas a largas distancias por los vehículos", observa Olano. Está constatado que un árbol maduro puede llegar a producir más de 300.000 unidades al año, cifra que ya, de principio, asusta.

Y es que además, poco aporta el ailanto en nuestra vida. Según el Ministerio de Agricultura, el polen -en ejemplares machos, por tratrarse de una especie dioica- es libado por las abejas, imprimiendo un desagradable sabor a la miel, con lo que los apicultores prefieren ubicar sus colmenas lejos de lugares donde este árbol crece con facilidad.

El director universitario incide también en que la madera de este árbol no tiene, tampoco, un valor forestal apreciable. "Da problemas en la carpintería, porque primero crece muy rápido y después más lento, con lo que la densidad de la madera varía mucho a lo largo del tronco", expone. Eso sí, "como todas las maderas, sirve de combustible".

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